Vive la feminidad bíblica: como modelar nuestro diseño divino en una sociedad que lo rechaza
- Yeimy de Robainas
- hace 13 horas
- 8 Min. de lectura

Parafraseando a la autora Susan Hunt, «comprometernos con la perspectiva bíblica de la feminidad y criar hijas femeninas, es como estar paradas frente a una ola sísmica»1.
La avalancha de las ideologías feministas y antibíblicas es fuerte y no se detiene. Cada vez parece arrasar con más fuerza lo que encuentra a su paso. Los daños y las pérdidas en las vidas y familias son de grandes proporciones. Como mujeres cristianas, que hemos creído en Cristo y abrazado el diseño de la feminidad bíblica, tenemos el llamado y la responsabilidad de enfrentar estas corrientes.
Hoy en día, más que en cualquier otro momento, debemos vivir firmes en nuestro diseño a pesar de los embates feroces de la cultura. Vivir vidas contraculturales diciendo NO a esta generación maligna y perversa, ancladas con seguridad en la Roca que es Cristo y siendo sal y luz en cada área y etapa de nuestras vidas. Esto, sin lugar a dudas, tendrá un impacto eterno en las próximas generaciones, y será una defensa radical a favor del Evangelio de Jesús y de la Verdad de la Palabra de Dios.
Ahora bien, tenemos que tener en claro que el desafío de vivir y ser un ejemplo de feminidad bíblica en una sociedad que a menudo malinterpreta o rechaza estos valores, será alto y costoso. En nuestras fuerzas es imposible que podamos lograrlo, pero con el poder de Su Santo Espíritu obrando en nosotras y a través de nosotras, somos capacitadas para dar gloria a nuestro Dios Creador y Señor con nuestras vidas como mujeres. Sí, es posible seguir adelante en este camino empinado, estrecho y angosto, pero necesitamos ayuda.
Si por la gracia de Dios, tú eres una de esas mujeres que quiere ser diferente, una mujer que desea vivir lo que dice creer, y que busca honrar al Señor con el diseño que Él destinó para ti, me gustaría animarte con 5 consejos prácticos que te ayudarán a vivir la feminidad bíblica:
Busca todo el consejo de Dios
«Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, equipado para toda buena obra» (2 Ti. 3:16-17).
El punto de partida para vivir nuestra feminidad bíblica, de un modo que glorifique y exalte a Dios, es el Señor mismo y Su Palabra. Tal y como vemos en Génesis 1: «En el principio, Dios…», lo primero que necesitamos para ser mujeres bíblicas, es conformar nuestras vidas a las sanas palabras de la verdad de nuestro Dios.
Sólo cuando permanecemos en Su Palabra desarrollamos convicciones fuertes que nos sostienen en medio de los vientos severos de falsas ideologías y doctrinas, que «a lo malo llaman bueno y a lo bueno llaman malo». Su Palabra nos guarda, nos purifica, nos da sabiduría, rectitud y luz a nuestros ojos y pasos (Sal.19:9-11; 119:105). Nos muestra nuestro pecado, nos vivifica y nos guía al arrepentimiento cuando nos hemos alejado de la Verdad (Sal.119:40; 88; 149; 154, 156, 159). Las ideas novedosas y atractivas del mundo lucen llamativas y serán seductoras muchas veces. Por esa razón, necesitamos permanecer arraigadas a la Palabra, pues sólo ella es capaz de protegernos de la trampa de caer en el error; es una brújula fiel y certera que nos marca siempre el camino correcto.
Necesitamos buscar todo el consejo de Dios; no sólo los pasajes más conocidos, que hablan específicamente de las mujeres. «Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil…» y debemos escudriñarla de principio a fin. Cada una de sus palabras pueden ser reflejadas de una forma particular en nuestra feminidad.
Como mujeres glorificamos y apuntamos al carácter de Dios de una forma única y especial, diferente a los hombres. Por tanto, desde Génesis hasta Apocalipsis, leamos, observemos y meditemos con estas preguntas en mente: ¿Cómo se aplica esto a mi diseño como mujer? ¿De qué manera puedo reflejar este atributo del carácter de Dios desde la feminidad bíblica? ¿Cómo el Evangelio me libra de los efectos de la caída, para vivir a plenitud mi diseño como mujer? ¿Qué aprendo de la mujer que encuentro en esta historia? ¿Qué aspectos no son dignos de imitar? ¿Qué actitudes debo cultivar como una mujer bíblica, de acuerdo a lo que la Palabra exalta? ¿Qué enseñanzas sabias necesito abrazar y aplicar en mi vida y en mis relaciones como mujer?
Nos sorprenderemos al encontrar en cada una de sus páginas, tantas historias, personajes bíblicos, principios de sabiduría, promesas y mandamientos que pueden ser aplicados especialmente al diseño divino de la feminidad.
Pon tus ojos en Jesús
«Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, quien por el gozo puesto delante de Él soportó la cruz, despreciando la vergüenza, y se ha sentado a la diestra del trono de Dios.» (Heb. 12:2)
Para exhibir nuestra feminidad bíblica en un mundo hostil a nuestra fe, necesitamos despojarnos de todos los pesos innecesarios y del pecado que nos persigue (Heb.12:1). Esto incluye las normas y estándares culturales de este mundo, las mentiras que solemos creer, y la maldad de nuestro propio corazón engañoso que se rebela contra Dios, queriendo re-definir lo que Él ya dijo: ¡Bueno en gran manera! Son presiones que nos empujan a buscar nuestro valor e identidad en la belleza, nuestras posesiones o logros, una familia perfecta, hijos o un trabajo exitoso y bien remunerado; a autoproclamarnos como la autoridad en nuestras vidas y, a buscar ser esas mujeres «fuertes y empoderadas», independientes de los hombres y que no se dejan someter por nada ni nadie. Esas mujeres que se llaman «libres y capaces», esas «guerreras victoriosas» que han conquistado todas sus batallas.
La solución para esto está en poner nuestros ojos en Jesús. Roguemos al Señor que nos guarde de la tentación y del temor al hombre, que nos libre del mal y que nos permita estar enfocadas sólo en Él, no en las vanidades ilusorias de este mundo. Que como Él, el gozo puesto delante de nosotras hoy, nos ayude a soportar con perseverancia, fe y esperanza los oprobios y la persecución que enfrentamos.
Para rescatarnos, Cristo enfrentó el mayor de los sufrimientos y rechazo por hacer la voluntad del Padre. Hoy, cuando el mundo nos rechace por ser mujeres bíblicas, recordemos que en Cristo no estamos solas. Él fue tentado en todo, pero sin pecado, y es poderoso para socorrernos hoy (Heb.4:15). Él comprende nuestro dolor y el deseo de serle fieles en nuestra feminidad porque Él lo ha puesto ahí. Y Jesús nos dará, no sólo el querer sino también el hacer, por su buena voluntad (Fil 2:13).
Así que, sigamos el ejemplo de Aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que nuestro ánimo no se canse hasta desmayar. Porque aún no hemos resistido hasta la sangre, combatiendo contra el pecado (Heb. 12:3-4).
Evalúa
«Antes bien, examínenlo todo cuidadosamente, retengan lo bueno. Absténganse de toda forma de mal.Y que el mismo Dios de paz los santifique por completo; y que todo su ser, espíritu, alma y cuerpo, sea preservado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo» (1 Tes. 5:21-23).
Para vivir la feminidad bíblica, debemos someter a evaluación cada mensaje que recibimos, de modo que desechemos las mentiras contrarias a la Verdad de la Palabra del Señor.
No podemos ser pasivas en cuanto a lo que consumimos y aceptamos. Es importante filtrar todo lo que vemos, oímos y leemos y someter cada pensamiento a la obediencia de Cristo (2 Cor.10:3-5).
Cuando hacemos nuestra parte, el Señor mismo nos irá santificando por completo, para guardarnos y prepararnos para la venida de nuestro Salvador. Roguemos al Señor que nos de buen juicio y una mente sobria, para discernir Su buena voluntad siempre. Que no seamos imprudentes ni impulsivas en nuestras decisiones, sino sabias y autocontroladas en lo que aceptamos y damos entrada a nuestras vidas. Que estemos alertas, atentas y preparadas para hacer frente a todo el mal que nos rodea, sin ceder terreno y siendo transformadas mediante la renovación de nuestro entendimiento (Ro.12:2).
Sé intencional
«Sean hacedores de la palabra y no solamente oidores que se engañan a sí mismos» (Stg. 1:22).
De nada nos sirve buscar y conocer el consejo de Dios, mirar a Cristo y evaluar todo de acuerdo a Su Verdad si no aplicamos las verdades de la feminidad de formas prácticas. Esto tendrá que verse reflejado en nuestras relaciones, en el contexto donde estemos: ya sea el hogar, matrimonio, crianza, iglesia, escuela, trabajo o comunidad.
Requiere que seamos diligentes e intencionales en vivir de un modo diametralmente opuesto a nuestra cultura. Pidamos al Señor Su poder, valor y obediencia, para ser hacedoras de Su Palabra como mujeres.
La feminidad debe lucir hermosa y adornar el Evangelio en nuestra relación con el Señor y con nuestro prójimo (Tit.2:10); en el espíritu afable y apacible de una esposa que teme a Dios, se somete a su esposo como al Señor (1 Pd.3:3-4; Ef. 5:22-24), y lo ayuda, afirma y apoya sin avergonzarse; en una madre que muestra la compasión y el cuidado amoroso de Dios a sus hijos; en una mujer que se mantiene vistiendo con modestia en su escuela o trabajo, y que trata con prudencia al sexo opuesto, a pesar de las continuas burlas y ataques contra ella; en una soltera que permanece esperando en el Señor por su futuro esposo, si es Su voluntad, y no busca arreglar el asunto en sus manos, porque sabe que su valor está seguro en Cristo; en una hermana que ayuda y respeta el liderazgo masculino de su iglesia; en una mujer que es hospitalaria y generosa con sus vecinos necesitados y les muestra de manera práctica el Evangelio de Jesús (Mt. 25:31-40).
Ora por firmeza y fuerza a pesar de la oposición
«Por lo demás, fortalézcanse en el Señor y en el poder de su fuerza. Revístanse con toda la armadura de Dios para que puedan estar firmes contra las insidias del diablo» (Ef. 6:10).
Amada hermana, cómo te decía al comienzo, este llamado no va a ser nada fácil. Es un llamado de Dios y sólo puede ser llevado a cabo en Él, por Él y con Él. Se trata de una guerra espiritual y habrá muchos peligros reales en cada momento del camino (Ef.6:12).
Para ello, tenemos que valernos de toda la armadura del Señor, y también de otra arma muy poderosa: la oración. Juan Calvino dijo: «El poder de la oración está en Aquel que la recibe, no en aquel que la expresa», eso es un alivio muy grande para mí. Con la oración reconozco mi insuficiencia y debilidad, pero al mismo tiempo, me encomiendo a las manos que soberanamente gobiernan este mundo y mi propia vida. Dejo de centrarme en mí, para depositar toda mi confianza y descanso en mi Rey Poderoso y Vencedor. De Él vienen todas mis fuerzas y la gracia que necesito para no caer.
Amadas, oremos a Dios que nos ayude a mantenernos firmes para resistir en la batalla (Ef.6:13). Recordemos que en Su amor somos más que vencedores (Ro.8:31-39). Que el Señor nos guarde sin caída, y nos presente sin mancha delante de su gloria con gran alegría (Jud. 1:24), mientras anhelamos honrarle desde la forma en que nos hizo como mujeres.
Atrévete a ser una mujer conforme al plan de Dios. Nancy DeMoss Wolgemuth (Editora general). Capítulo 9: Cómo criar hijas femeninas. Susan Hunt. Editorial Portavoz, filial de Kregel Publications, Grand Rapids, Michigan, 49501. EE.UU, 2010.

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