La batalla silenciosa: el impacto de la pornografía en el corazón femenino
- Escritora Invitada
- hace 2 días
- 2 Min. de lectura

«Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres» (Jn 8:36).
Cuando tenía 19 años cerré un ciclo doloroso que había marcado mi vida desde los 10: una lucha secreta con la pornografía. Por nueve años estuve atrapada en ese pecado, el cual se escondía en lo más profundo de mi corazón. ¡Qué vergüenza! ¿cierto? ¿Una mujer también podría luchar con eso? ¿Qué pensarían si lo supieran? Siempre creí que era un problema solo de hombres.
En aquel tiempo aún no conocía al Señor, pero ese pecado consumía y desgastaba mi alma. En la oscuridad de la noche lo buscaba, y luego me hundía en una vergüenza tan profunda que creía que jamás saldría de ahí. Quizá podía engañar a muchos, pero no a Dios. Él conocía mi esclavitud, mi dolor, y no podía ocultarme de Él porque, como dice el salmo 139:12: «Aun las tinieblas no encubren de ti, y la noche resplandece como el día».
Entonces llegó a mis manos un libro que me confrontó con amor y verdad: «La batalla de cada mujer joven», de Shannon Ethridge y Stephen Arterburn. No fue casualidad. Fue Dios respondiendo a mi clamor, aun cuando yo no sabía cómo orar. Ese libro me mostró que no estaba sola, que otras mujeres también luchaban. Me enseñó que no era extraña, ni anormal, ni la única. Y, sobre todo, me mostró que Dios no me rechazaba. Él quería rescatarme.
A los 19 años, esa lucha terminó. Dios, en su infinita misericordia, me mostró que la libertad sí es posible. Que Su gracia alcanza incluso las partes más oscuras de nuestro corazón.
«Él sana a los quebrantados de corazón, y venda sus heridas» (Sal 147:3).
Hoy puedo decir que estoy libre. Dios no solo me ayudó a ser libre de la pornografía, sino que también me dio un propósito mayor: que mi historia sirva para ayudar a otras mujeres. El proceso de restauración fue largo y, en muchos momentos, doloroso. Pero lo que aprendí es que la libertad no está en ocultar nuestras luchas, sino en llevarlos a la luz de Dios, presentarles la cruz y el poder que la resurrección de Cristo tiene aún en nuestras vidas.
A ti, mujer, que lees esto y estás en esa misma batalla silenciosa quiero decirte: no eres la única, no estás sola y no estás demasiado lejos para que Dios te alcance. Hay libertad, hay esperanza, y sí, hay una nueva historia que puede comenzar en Cristo. Te animo a que busques ayuda, a que hables con alguien de confianza y, lo más importante, a que te acerques a Dios. ¡Él quiere sanarte y liberarte! No tienes que luchar en silencio ni sentirte aislada. Hay esperanza y libertad en nuestro Señor y Salvador Jesucristo.

Descarga al continuación este documento para colorear. ¡Es gratis!

Diseños: Frida García @sobre_mi_corazon