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La sumisión de la mujer en el matrimonio


En el contexto del matrimonio, la sumisión es un área que puede generar diversos conflictos. Hay mujeres que se incomodan al encontrarse con este mandato y se encuentran profundamente resentidas, pues se ha tergiversado el significado de la sumisión.


Erróneamente se asocia sumisión a soportar abuso, ser inferior al hombre y ser tratada como una esclava que debe hacer todo en la casa, sin tener voz ni voto. Pero esto NO es la sumisión.


A continuación, me gustaría describir lo que la sumisión NO es:


  1. La sumisión no significa que nunca puedes tener una opinión o que nunca puedes estar en desacuerdo con tu esposo. 


  1. La sumisión no significa que tú no puedes ser una mujer inteligente, con dones y habilidades.


  1. La sumisión no significa que tienes que someterte a tu esposo si él te lleva a pecar. 


  1. La sumisión no significa que nunca puedes confrontar a tu esposo cuando éste se equivoca y toma una mala decisión, o está haciendo algo que va en contra del Señor.


  1. La sumisión no significa que tu vida y crecimiento espiritual como creyente dependen de tu esposo. Esta falsa idea puede llevar a una mujer a malinterpretar que, si por ejemplo, si su esposo no lee su Biblia, no ora, deja de congregarse y no crece en santidad; entonces ella tiene que someterse a su esposo al descuidar su propia vida espiritual.


  1. La sumisión no significa que como mujer tienes menos valor que el hombre. 


  1. La sumisión no significa que tienes que soportar abuso físico o emocional por parte de tu esposo y mantenerte callada.


  1. La sumisión no significa que tu esposo va a ejercer siempre su liderazgo perfectamente y que siempre va a ser fácil someterte a él.


  1. La sumisión no significa que tú esposo se merezca siempre tu respeto o incluso que tenga siempre mayor conocimiento intelectual o preparación bíblica que tú.


Ahora déjame decirte algunas cosas que la sumisión SÍ es:


  1. Una mujer sumisa puede tener una opinión diferente. Tú eres un ser que piensa, siente, y decide, porque fuiste creada por Dios. Tienes opiniones, gustos y una forma propia de ser, siempre y cuando te expreses adecuadamente. 


  1. Una mujer sumisa puede tener y emplear los dones y habilidades que Dios le ha dado para el bien de su esposo y familia. Como la mujer de Proverbios 31 ella es una mujer diligente, laboriosa y sabia que usa sus recursos para darle bien y no mal a su esposo, todos los días de su vida. Parafraseando al pastor John Piper: «una mujer que es ayuda idónea y se somete a su esposo es aquella que afirma, anima y apoya el liderazgo de su cónyuge, poniendo a disposición de él y de su hogar todos los dones, talentos, energía y recursos que ella tiene».


  1. Efesios 5:22-24 enfatiza claramente que la sumisión de la mujer es «como al Señor». De manera que el primer compromiso de toda mujer como creyente es con Cristo. Su sumisión a su esposo debe ser para honrar a Cristo, como si estuviera sometiéndose a Dios directamente. Por lo tanto, no debe someterse a ninguna cuestión pecaminosa que la lleve a deshonrar el nombre de su Señor.


Quiero hacer un paréntesis aquí para decir que, el hecho de que la sumisión sea «como al Señor», nos puede dar estímulo, ánimo, valor y aun gozo, para poder abrazar este llamado en obediencia a pesar de lo difícil que sea muchas veces. Podremos someternos de una mejor manera si recordamos que lo estamos haciendo «como para al Señor», por Él y para Él, como si fuera a Él mismo a quien nos estamos sometiendo. Esto en especial es muy oportuno en esos momentos de tensión, donde la sumisión se hace una carga que parece insoportable de llevar. Recordemos que no podemos hacerlo solas; es «como al Señor» y en Su Espíritu, fortalecidas por Su poder y auxiliadas por Su gracia.


  1. Puedes ser una esposa sumisa y confrontar a tu esposo. Sin embargo, debemos recordar que no solo se trata de decir la verdad, sino saber decirla con amor: usando las palabras adecuadas, de la forma adecuada, y en el momento correcto. Muchas veces lo ideal va a ser que nos detengamos primero, y que oremos al Señor para que nos guarde de reaccionar impulsivamente diciendo palabras sin pensar, hirientes, ofensivas, acusadoras o manipuladoras, que es nuestra tendencia pecaminosa y natural. Y que nos permita responder con un espíritu afable y apacible; con gracia y bondad; extendiendo misericordia y paciencia a nuestro cónyuge aunque no lo merezca;. Tampoco se trata de  intentar ser su Espíritu Santo, ni creer que somos espiritualmente superiores  o más santas que ellos, sino de dejar que  Dios  sea quien obre en sus corazones.


Ahora bien, es muy importante que una esposa tenga en cuenta que, para ser una ayuda idónea verdadera de su esposo, muchas veces y por amor a él, tendrá que decirle lo que necesita oír y no lo que quizás él quiere oír. Si una esposa no hace esto, está desobedeciendo el mandato de amar a su esposo quien es también su hermano en Cristo.


  1. Independientemente de que debas someterte a tu esposo, tú eres una creyente delante de Dios y debes responder por tus actos. Tu esposo debe velar por tu vida espiritual y alentarte en ésta, pero si no lo hace así, no debes depender de él  para cultivar tu relación personal con el Señor.


  1. La sumisión no es un asunto de quién tiene más valor entre el hombre y la mujer, sino de roles. Ambos son iguales en valor y dignidad, pero diferentes en sus roles y responsabilidades. El diseño de Dios es que el hombre sea la cabeza de la mujer, el líder de su hogar, y que la mujer sea su ayuda idónea. Juntos se acompañan y se complementan mutuamente, en sus funciones de reflejar la gloria y el carácter de Dios en sus vidas, matrimonio y familia.


  1. Puedes ser sumisa pero no por eso soportar abuso y violencia física o emocional. El abuso degrada la imagen de Dios en el ser humano y Dios no lo aprueba. La vida de una mujer y de sus hijos pueden estar en peligro en situaciones así. Si éste es tu caso, por favor no sigas callada y busca ayuda para salir de esta situación que es un ciclo de destrucción.


  1. La sumisión muchas veces va a ser difícil. Esto, en primer lugar, por nuestro propio pecado de orgullo y rebeldía como mencionaba antes, pero debemos recordar que nuestro esposos también lo son, ellos son pecadores igual que nosotras y lamentablemente, a veces no cumplen su rol de liderazgo como debieran.


  1. El llamado de la sumisión debe ser puesto en práctica aunque nuestro esposo no se lo merezca y sea difícil. En la Palabra no se dice que debemos someternos a nuestros esposos si se lo merecen o si se ganan nuestro respeto. Se trata de una posición de liderazgo que Dios les dio y nada les quita esta posición, aunque ellos mismos puedan incumplir su rol. Debemos someternos a ellos por fe, aceptando la autoridad que Dios les ha otorgado. Incluso, si un esposo tiene menor preparación intelectual o madurez espiritual que su esposa, debe someterse a él de igual forma. Esto no debe ser un impedimento para cuestionar sus decisiones o menospreciarlo.




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Diseño Ambar Arias

 
 
 

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