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Ser madre en un mundo moderno


Las mamás enfrentamos desafíos únicos en la actualidad. Vivimos en un mundo lleno de demandas (tecnología, información, redes sociales, jovialidad, belleza, decoración, modernidad, educación e innovación), así como estándares que nos apuntan a la perfección. Incluso, si hablamos de cosas «espirituales», como la fe, dentro de la iglesia.

Durante algún tiempo yo caí en la trampa y fui esclava de la búsqueda de la perfección: casa de revista, niños espirituales, saludables, bien portados y vestidos, por supuesto deportistas, intelectuales, independientes e inmersos en las nuevas metodologías educativas.


¿Sabes qué logré? ¡Nada! Nada bueno. Terminé frustrada, cansada, infeliz y mis hijos hartos de tantas actividades y separados de mí. Una familia distante, fracturada, dividida y, lo peor, separados de Dios. Me dejé llevar por las presiones, las pláticas entre amigas y compañeras de trabajo.


A través de esta dura vivencia, comprendí que la crianza de los hijos es un mandato del Señor que requiere total y absoluta dependencia de Dios. Por eso, hoy quiero reconocer que te comprendo y acompaño en este divino llamado de la maternidad y compartir contigo algunas verdades a las que tu mente y corazón necesitan estar ancladas para hacer frente a la maternidad de este lado del sol.


  • Dios y nuestra devoción a Él no deben ser una simple cosa, un segmento más en la lista de tareas, sino el motor y la razón de todo lo que hacemos. 


  • Nuestra fe no tiene que separarse del rol de mamá, al contrario. Al apuntar y modelar los corazones de nuestros hijos al evangelio, al transmitir la voluntad del Señor (Dt 6:6-7), nos entrelazamos y arraigamos en Su Verdad cada día.


  • Dios está contigo en todo momento: cambiando pañales, cuando vas al trabajo, en los proyectos escolares, en esos cinco minutos más, después de sonar la alarma, y en cada noche de enfermedad y desvelo. ¿Lo ves? El cielo está presente en tu ir y venir, en lo cotidiano y extraordinario, en la calma y el ajetreo, en tus fortalezas y tus debilidades, en la aflicción y el gozo. 


  • No hay ninguna acción, por minúscula que parezca, que Dios no mire. Así que anímate y trabaja con gozo y gratitud en tu hogar, con tus hijos, pues eso que haces es por y para tu Señor. ¡Disfrútalo! Y recuerda: «Y todo lo que hagan, de palabra o de hecho, háganlo todo en el nombre del Señor Jesús» (Col 3:17).


  • Deja que Dios ilumine tu camino. Ante tantas opciones y diversidad de opiniones sobre cómo educar a nuestros hijos, Dios nos dice: «Lámpara es a mis pies Tu palabra, y luz para mi camino» (Sal 119:105). La Palabra de Dios existe y permanece tan vigente para guiarnos, en cada decisión y momento, ya que es el fundamento de nuestra fe. Cada vez que abrimos nuestra Biblia, la leemos y consideramos, obtenemos sabiduría, el discernimiento para enfrentar la maternidad, pues a través de Sus enseñanzas, principios y dirección del Espíritu Santo, es posible obtener un «razonamiento sólido y buen juicio» para decidir en cada situación y consideración de nuestra crianza.


  • Dios creó a tus hijos diferentes a los demás y por eso no pueden ni deben ser tratados como receta de cocina. 


  • Huye de las comparaciones. Por favor no caigas en esa trampa asesina. Sé que es fácil desviar la mirada a los talentos y habilidades de otras mamás o de otros hijos y desanimarnos, (en el «mejor» de los casos). Porque en otras ocasiones nos enorgullecemos, nos sentimos ansiosas por ser, hacer, tener algo mejor o diferente que las demás. Como madres, estamos llamadas a hacer discípulos en nuestros hogares, no robots o diseños por lote. Aprecia quién eres, lo que Jesús ha depositado en ti. Esos dones, capacidades y habilidades tienen un propósito.


  • Reconoce que no sabes todo, que las redes sociales e internet pueden ser ayuda, pero nunca «ley» en tu vida y maternidad. No podemos solas, necesitamos la ayuda de la iglesia, de otras mujeres piadosas para enseñarnos, escucharnos, aconsejarnos y consolarnos. Debido a esto, hermana, acércate en humildad y ven a recibir ese consejo que necesitas, esa base segura y sólida para edificar tu hogar y maternidad, es decir, en Cristo Jesús.


A medida que conocemos y degustamos al Padre Perfecto, obtenemos una mejor ilustración de lo que significa reflejarlo a nuestros hijos. Él completará la obra en ellos, la terminará y solo así será perfecta. Extiende tus brazos para recibir humildemente Su gracia cuando falles, escucha Sus palabras de aliento cuando estés desanimada y confía en Su verdad cuando tengas miedo. 


Mamita, Dios quiere tu fe, lealtad y honestidad de corazón. Él conoce tus luchas, cansancio y deseo de brindarles a tus hijos lo mejor. Él nos guía al cambio, a la renovación y restauración, nunca a la obligación.


Vive un día a la vez y cree que la gracia del Señor es suficiente para ti (2 Co 12:9). No caminas sola, nuestro Padre te acompaña y guía en cada paso del camino, te brinda gracia y fuerza hasta la meta.


¡Siempre estamos a una decisión!



Descarga este documento para que puedas colorear, ¡es gratis!




Diseños: Frida García

 
 
 

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