La mujer que disfruta de Dios vive en santidad
- Alejandra Jerónimo
- hace 4 horas
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Cuando hablamos de santidad, ¿qué es lo primero que se te viene a la mente? Podría decirte con simplicidad que «vivir en santidad es vivir apartados del pecado para glorificar a Dios en medio de un mundo contaminado». Esto quiere decir que la santificación es un proceso de transformación en la vida del creyente, que avanza progresivamente con la ayuda del Espíritu Santo, por lo que es necesario morir constantemente a nuestra naturaleza pecaminosa y vivir de forma agradable ante los ojos de Dios.
Ahora bien, ¿será posible vivir en santidad en medio de un mundo corrompido? Sí. El apóstol Pedro nos describe como «nación santa, linaje escogido y real sacerdocio». Vivimos en este mundo, pero no le pertenecemos y debemos vivir esta realidad en nuestra vida cotidiana permaneciendo en Su luz admirable (1 P 2:9).
Entonces, como dice 1 Pedro 1:14-16 necesitamos vivir de la siguiente manera:
En obediencia: atesorando y amando la enseñanza de Su palabra. «Jesús le respondió: “Si alguien me ama, guardará Mi palabra; y Mi Padre lo amará, y vendremos a él, y haremos con él morada”» (Jn 14:23).
Vivir en santidad es caminar en obediencia.
No volviendo a tu vieja naturaleza. «De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron, ahora han sido hechas nuevas» (2 Co 5:17). Necesitamos vivir una vida que glorifique a Cristo. Pídele al Señor que te ayude a reflejar la gracia que Cristo ha derramado en tu vida.
Vivir en santidad es vivir una nueva vida en Cristo.
No satisfaciendo los deseos de la carne: «Digo, pues: anden por el Espíritu, y no cumplirán el deseo de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne, pues estos se oponen el uno al otro, de manera que ustedes no pueden hacer lo que deseen» (Ga 5:16-17). La tentación está latente en nuestras vidas, pero si persistimos en alimentar nuestro espíritu no declinaremos a los deseos engañosos de nuestra carne. Sino que al vencer estos deseos, avanzamos en nuestro proceso de santificación.
Vivir en el espíritu es deleitarnos en el camino de la santidad.
No viviendo en ignorancia: «¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios» (1 Co 6:19-20). En el contexto de este pasaje Pablo exhorta a los Corintios a guardar su cuerpo de las impurezas sexuales y les hace una contundente aclaración «su cuerpo debe de glorificar a Dios en todo y deben cuidarlo bien pues no les pertenece».
Cuidar mi cuerpo y espíritu es avanzar en santidad.
Siendo santos porque Dios es santo. Uno de los atributos que Dios comparte con la humanidad es Su santidad. Él mismo nos llama a ser santos como Él lo es, pero el vivir en santidad es una obra continua que Dios va haciendo en nosotros y la cual inicia al ser rescatados de la muerte por medio de Cristo y darnos un nuevo espíritu.
Estamos siendo conformadas a la imagen de Jesucristo por medio de la santificación.
Querida hermana, hoy te animo a vivir una vida en santidad, deja de vivir para complacer al mundo y vive una vida que disfrute aquello que el corazón de Dios disfruta.

Diseño: Gabriela Rodríguez / @dinohaurio16


