¿Estás lista para levantarte y andar?
- Adriana Islas
- hace 9 horas
- 2 Min. de lectura

¿Conoces la historia del hombre cojo contada en el libro de Hechos 3? Pedro y Juan subían al templo cuando lo vieron. Él no estaba allí para buscar a Dios, sino para pedir limosna, con la creencia de que su única necesidad era material.
Al igual que este hombre, muchas veces asistimos a la iglesia o a ciertas reuniones, pero no esperamos ni anhelamos recibir nada. Dejamos que nuestra mente divague, por eso es que nuestras vidas no cambian, pues no prestamos atención, no escuchamos y esto es necesario para la obra de la fe que viene por el oír la Palabra de Dios (Ro 10:17).
La actitud de este hombre necesita llamar nuestra atención. A pesar de sus motivaciones, él fijó sus ojos y dejó toda distracción a su alrededor para estar atento; esperaba recibir, sabía qué necesitaba, reconocía su condición.
Muchas veces nosotras, también solemos creer que nuestras necesidades se limitan a lo que vemos, sin considerar que la mayor necesidad que tenemos es de Dios mismo, quien sana nuestra alma, mente y corazón. O nos victimizamos y preferimos dejar de caminar. Nos convertimos en cojas espirituales. Buscamos depender de otros y responsabilizarlos de nuestra tarea.
Sin embargo, lo que necesitamos es orar y rendirnos a Él, depender completamente de Su control, pues el milagro no va a suceder y los problemas no se resolverán hasta que nos encontremos con Jesús cara a cara y respondamos en obediencia.
Te comparto tres consideraciones que te ayudarán a ser práctica en tu caminar:
Decide levantarte y andar. No se trata de que puedas o no, sea fácil o difícil, sino de que en verdad quieras responder en obediencia y rendición al amor y la salvación del Señor. Si respondes sí, disponte a obedecer y tomar decisiones.
Renuncia a la mentalidad de víctima. Tú no siempre tienes la culpa de las circunstancias, pero sí tienes la responsabilidad de hacerte cargo de ellas. Es hora de dejar de culpar a los demás por tu situación.
Cree y obedece. El cojo creyó, Pedro le ayudó a levantarse, afirmó sus pies por las palabras que salieron de su boca. Obedece aunque no entiendas
,porque Dios está contigo. Confía en Cristo.
Hermana, te invito a reflexionar: ¿Estás dispuesta a levantarte y andar? Deja de esperar y empieza a actuar guiada por Su Espíritu. Pon por obra la enseñanza recibida.
¡Siempre estamos a una decisión!

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