top of page

Tik tok: la droga digital


ree

Hace siete años atrás, jamás hubiera imaginado que una aplicación llegaría a capturar millones de mentes en tan poco tiempo. Tik Tok, creada originalmente en China, es una plataforma de redes sociales basada en vídeos cortos que permite a los usuarios crear, editar y compartir clips de hasta 60 segundos, con música, efectos y filtros. Su popularidad se debe, en gran parte, al tipo de formato que posee, uno tan versátil y veloz, ideal para captar la atención en un mundo digital cada vez más acelerado. 


Según diversas fuentes, el tiempo que los usuarios pasan en esa red, media entre 95 minutos al día, es decir más de una hora y media cada día  —y me temo que incluso más. Y no son solo los jóvenes de la generación Z quienes la consumen; tristemente, también personas de generaciones anteriores y posteriores están inmersas en su contenido.


Sé que muchos argumentan que esta aplicación es inofensiva y que mucho de su contenido es informativo, práctico y educativo. Pero si comparamos lo que esta aplicación da con lo que quita, el resultado es sumamente preocupante, por no decir, aterrador. 


¿Qué hace tan espeluznantemente adictivo a Tik Tok?


Lo que caracteriza a esta aplicación es su formato de videos cortos de una duración de un minuto o hasta menos, lo que facilita su consumo sin casi ningún esfuerzo. El algoritmo de recomendación, ofrece videos al usuario según sus intereses, reproduciendo videos uno tras otro, sin detenerse. 


La psiquiatra Marian Rojas Estapé explica que este tipo de consumo expone al cerebro a dosis de dopamina constantes, lo que genera gratificación instantánea. Por esa razón, un niño expuesto a esta aplicación puede desarrollar una adicción casi inmediata porque su cerebro en esa etapa está diseñado para recibir información sin asimilarla.


El problema radica en que las pantallas actúan como una droga silenciosa. Los mismos creadores de estas tecnologías admiten que su diseño está pensado para crear adicción en cualquier persona. Videojuegos y redes sociales como Instagram, Facebook y especialmente Tik Tok, están elaboradas con algoritmos que manipulan el cerebro, provocando una desregulación en el sistema de recompensa, esto es, en un conjunto de estructuras neuronales, que se activan ante estímulos gratificantes. 


En este proceso, juega un papel clave la dopamina, un neurotransmisor y hormona esencial para el funcionamiento del cerebro. La dopamina es responsable de muchas funciones corporales como la memoria, la motivación, atención, el estado de ánimo, etc. Es la molécula que no solo hace que te sientas bien, sino que te impulsa a desear y a buscar eso que produce placer. Cuando nos encontramos frente al desplazamiento infinito de Tik Tok, fuente insana y superficial de dopamina, su producción se dispara, lo que causa un desequilibrio significativo en el cerebro.


Como afirma el analista cultural Gurwinder Boghal  (quien define Tik Tok como  un arma masiva de destrucción o una bomba de tiempo): «Con TikTok, el retraso entre el deseo y la gratificación es casi instantáneo; ya no se necesita paciencia ni esfuerzo para obtener la recompensa, por lo que nuestras facultades mentales caen en desuso y se deterioran lentamente[…] La capacidad de TikTok para embrutecer a las personas, tanto agudamente al fomentar comportamientos idiotas, como crónicamente al atrofiar el cerebro, debería impulsar la consideración de su posible uso como un nuevo tipo de arma, una que busque neutralizar a los enemigos no infligiendo dolor y terror, sino infligiendo placer».


Un llamado a toda la iglesia


Como creyentes, hemos sido llamadas a cultivar nuestra mente y nuestro corazón con la verdad, para la gloria de Dios. También, hemos sido llamadas a pelear hasta el final contra todo lo que se interponga entre el Señor y nosotras. Este es un llamado para toda la iglesia, un llamado a luchar contracorriente y un llamado a despertar del adormecimiento que provocan esta y otras «drogaplicaciones».


Cuando miro esta oscura realidad a mi alrededor, mi corazón se rompe. Personas, sin rango de edad, están siendo capturadas cada vez más por estas plataformas, y a veces parece que no hubiera esperanza. Pero sí la hay, y es una esperanza que no defrauda, porque es segura (He 6:19; Ro 5:5; 1 P 1:3). No hay aplicación ni algoritmo que el poder de Dios no pueda derribar. Aunque miles de mentes están entumecidas por el atrayente poder de esta droga, el poder del Evangelio es mayor y el Señor puede llevarlas a Él. 


Por eso, amadas hermanas, luchemos para que esas generaciones conozcan a ese Dios que es más deseable, atractivo y gratificante que cualquier aplicación. Podría escribir miles de artículos sobre los peligros del uso de esta red, pero, por ahora, te dejo esta breve reflexión para que meditemos juntas, y así clamemos al Señor por las nuevas generaciones. 


En Él está nuestra esperanza.


Con amor, Marian Zeta.


ree




Otros recursos para que el lector siga profundizando en este tema:




Diseño: Frida García / @sobre_mi_corazón


 
 
 

Comentarios


  • Facebook
  • White Instagram Icon
© 2024 Ella Florece Internacional
bottom of page