Newsletter: Servir o ser servida
- Alejandra Jerónimo
- hace 5 días
- 3 Min. de lectura
Podría decir que como mujeres cristianas somos llamadas al servicio. Desde que estamos en casa con nuestros padres, ellos nos enseñan a realizar los deberes del hogar. Luego, más adelante, ya casadas, nuestro nuevo hogar pasa a ser nuestra gran, demandante y bella responsabilidad. Mi madre, a menudo me decía: «una mujer acometida y hacendosa siempre es bien recibida en cualquier lugar».
Sin embargo, fuera del hogar también servimos, ya sea en nuestra comunidad, en nuestro trabajo y/o en nuestra iglesia local.
El Señor Jesús nos enseña con Su ejemplo que es mejor servir que ser servidos y que la grandeza no se encuentra en el reconocimiento a nuestras obras sino en amar a Dios y a otros, sirviéndoles.
«Pero entre ustedes no es así, sino que cualquiera de ustedes que desee llegar a ser grande será su servidor, y cualquiera de ustedes que desee ser el primero será siervo de todos. Porque ni aun el Hijo del Hombre vino para ser servido, sino para servir, y para dar Su vida en rescate por muchos» (Mr 10:43-45).
Quiero compartir contigo 5 consejos que te ayudarán a servir con vocación:
Sirve con obediencia
Este es un principio fundamental para el servicio. Dios quiere siervos obedientes a Su palabra, que deseen vivir bajo Su autoridad. «Pues si Yo, el Señor y el Maestro, les lavé los pies, ustedes también deben lavarse los pies unos a otros. Porque les he dado ejemplo, para que como Yo les he hecho, también ustedes lo hagan» (Jn 13:14-15).
Sirve con humildad
Muchos buscan ser populares o reconocidos para ser imitados y elogiados; pero, en lugar de eso, somos llamados a realizar cada acto de servicio sin buscar el reconocimiento de otros. «No hagan nada por egoísmo o por vanagloria, sino que con actitud humilde cada uno de ustedes considere al otro como más importante que a sí mismo» (Fil 2:3).
Sirve con generosidad
Dios bendice al dador alegre, y un corazón transformado sabe servir con generosidad. «Que cada uno dé como propuso en su corazón, no de mala gana ni por obligación, porque Dios ama al que da con alegría» (2 Co 9:7).
Sirve con gratitud
Cuando aprendemos a dejar la queja, y comenzar a vivir una vida de gratitud, nuestro servicio será hecho con agradecimiento. «Todo lo que hagan, háganlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres, sabiendo que del Señor recibirán la recompensa de la herencia. Es a Cristo el Señor a quien sirven» (Col 3:23-24).
Sirve con amor
Servimos por amor y con amor, cuando recordamos lo que Dios ha hecho en nuestras vidas. «Porque ustedes, hermanos, a libertad fueron llamados; solo que no usen la libertad como pretexto para la carne, sino sírvanse por amor los unos a los otros» (Ga 5:13).
Querida mujer, ya sea que sirvas en tu hogar, en tu trabajo o en tu iglesia local, te animo a seguir estos consejos. El poder servir con un corazón dispuesto, es lo principal. El servicio con amor, gratitud, humildad, generosidad y obediencia es la evidencia de una vida transformada.
El primer lugar en el que debemos servir con alegría es en nuestro hogar. Por eso, aunque a veces la carga puede ser bastante pesada, recuerda hacerlo todo con amor.
Por último, quiero recordarte que cada área de nuestra vida debe glorificar a Dios. Nuestra manera de vivir es una evidencia de Su gracia en nuestras vidas y es por eso que debemos evaluar si tenemos o no una vida de servicio que agrada a nuestro Padre y pedirle a nuestro Señor Jesús que sea Él quien nos fortalezca y sostenga en cada momento.
Descarga estos consejos a continuación y compártelos con tus amigas:

Diseño Eunice Arcia
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