«Aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos» (Ef 5:16).
La palabra original en griego utilizada para decir «aprovechar» en este versículo, significa «comprar, pagar rescate, rescatar de pérdida o mejorar la oportunidad». Si tuviéramos que decirlo en una palabra: aprovechar quiere decir «redimir». Mientras que, para la palabra «tiempo», su significado es «tiempo fijo y apropiado», esto es: «oportunidad».
En un comentario bíblico leí que: «Pablo no nos está diciendo que aprovechemos al máximo cada momento, aunque ese es un buen consejo. Nos dice que aprovechemos la oportunidad para la gloria de Jesús. No se trata de aprovechar al máximo el tiempo, sino de aprovechar el tiempo para lo máximo. La idea detrás de aprovechando bien el tiempo es comprar oportunidades como un astuto hombre de negocios» (énfasis añadido).
Esto no es diferente con respecto al tiempo que invertimos para leer. Si estamos llamadas a redimir bien el tiempo, o cada oportunidad que tenemos, nuestro tiempo de lectura debe ser aprovechado al máximo para la gloria de Jesús, nuestro Redentor.
Por esa razón, aquí te traigo algunas ideas que te pueden servir para aprovechar mejor tu tiempo de lectura:
Hazlo en oración: la oración es una disciplina espiritual que me permite conectar mi corazón con la realidad sobrenatural de que Dios quiere encontrarse conmigo. ¡Y esto incluye la lectura de la Biblia! Así que, podemos orar antes de leer para que Dios, por medio de Su Espíritu, nos ayude a aprovechar nuestro tiempo de lectura con sabiduría y propósito.
Lee el mejor Libro: Si queremos leer buenos libros, tenemos que estar saturadas del mejor de ellos: la Palabra de Dios. Por medio de ella somos iluminadas, guiadas y equipadas con lo que necesitamos para vivir con sabiduría cada día. Además, estar saturadas de la Verdad nos ayuda a estar preparadas para reconocer la falsedad y combatir el error (Sal 119: 105; 2 Ti 3:16-17).
Sé radical: Elimina todo aquello que te distraiga y robe tu atención. Para eso, lo mejor sería buscar un espacio en el que, en la medida de lo posible, puedas leer de forma tranquila; además, puedes dejar el celular fuera de tu vista, desactivar las notificaciones o apagar el internet si es necesario. Pero sé intencional en arrancar todo aquello que te es ocasión de caer (Mt 18:9).
Medita: aunque tengas solo un corto tiempo para leer, medita en lo que estás leyendo. Claro, dependiendo del tipo de libro que estés leyendo, si es un libro para una exposición o examen, la meditación será distinta a la que hagas con un pequeño libro de lectura ligera, aun así, te invito a que puedas meditar al punto en que puedas contrastar lo que lees con la verdad de las Escrituras.
Conversa con el autor: esto lo puedes hacer marcando tu libro. Sí, como si estuvieras en tu lugar favorito con café en mano y el autor frente a ti, escribe tus preguntas, las que tú quieras, tus opiniones y lo que tú consideres respecto a lo que está diciendo. Lo importante es que te mantengas activa participando de la «conversación».
Comparte con otros: ésta es la mejor manera de saber que has entendido lo que has leído. Puedes platicar con alguien lo que has aprendido o escribirlo en tu diario de escritura, un blog o, incluso, hacer reseñas. Además, ésta también es una forma de servir y amar a nuestro prójimo.
Espero que estas ideas te ayuden y te animen a aprovechar mejor tu tiempo de lectura.
Si tienes alguna otra idea que quieras compartirnos, puedes dejarla en un comentario. Estaremos encantadas de leerte.
¡Dios te bendiga!

Descarga gratis este newsletter a continuación:
Escrito por María de los Ángeles Zeta Nima
Diseño: Frida García
Comments