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Newsletter: Conflictos dentro del matrimonio

Foto del escritor: Melisa GallegosMelisa Gallegos

¿Eres una mujer casada? Entonces a esta altura sabrás, por práctica, que al matrimonio llegamos dos pecadores que han tomado la decisión de amarse y caminar la vida de fe juntos, siendo instrumentos el uno para con el otro, para que el carácter de Cristo sea formado en nosotros y así glorificar a Dios juntos. 


Podemos decir, entonces, que tarde o temprano surgirán, en lo cotidiano, los primeros desacuerdos. Estos conflictos no necesariamente deben convertirse en algo negativo para nuestra vida matrimonial sino que podemos encaminar las diferencias legítimas, con el consejo de la Palabra de Dios y la asistencia del Espíritu Santo, para que produzcan un fruto positivo para el crecimiento de nuestra relación y madurez cristiana. 


Los conflictos salen a la luz luego de haberse iniciado primero en nuestro propio corazón (Stgo 4:1), y el orgullo en ambos cónyuges suele ser el principal detonante de disensiones.


Proverbios 17:14 dice: «Comenzar una pelea es como abrir las compuertas de una represa, así que detente antes de que estalle la disputa» (NTV).


La Palabra de Dios nos llama a detenernos a tiempo, a abandonar la disputa por nuestros propios derechos y la causa que creemos debemos ganar de manera consciente y voluntariamente. Nuestros cónyuges no son nuestros enemigos, aunque seamos tentadas a verlos de esa manera cuando queremos defender nuestras posturas en medio de una discusión. Si insistimos en tomar nuestro propio camino y cedemos a la tentación, abriremos un caudal de conflicto que escalará al punto de no poder contener el desacuerdo y toda la familia perderá la batalla.


Es por eso que quisiera compartirte algunos consejos que la Palabra de Dios nos da para tenerlos presentes en el diario vivir:


  • Busquemos por encima de todo la paz y apartémonos del mal (Sal 34:14).

  • Vistámonos de humildad, como escogidos de Dios (Col 3:12-14).

  • No entremos en discusiones vanas (2 Ti 2:23-26).

  • Hablemos la verdad en amor (Ef 4:15).

  • Nuestras palabras sean siempre de edificación (Ef 4:29).

  • Evita ciertas actitudes ante los conflictos, como pleitos, celos, enojos, arrogancia, etc. (2 Co 12:20).

  • Busca la sabiduría que viene de lo alto, y no la terrenal, para así evitar confusión y sembrar la paz (Stgo 3:13-18).


El Pastor Joel Beeke nos dice que: «el cómo tratamos a los demás es un indicio de cómo realmente consideramos a Dios». 


Cristo ha ganado para nosotras el poder sobre el pecado en la cruz del calvario. Por Su muerte y resurrección, el mismo poder que lo levantó de los muertos está continuamente actuando hoy sobre cada una de nosotras. Es por eso que podemos confiar que el Espíritu Santo será nuestro ayudador para que, al momento en que seamos tentadas a caer en pleito, podamos también tener la salida más prudente evitando así el conflicto.


Finalmente, recuerda que, como matrimonio, ambos glorificamos a Dios juntos. 


Te animo a preguntarte: ¿Cómo puedo hoy encaminar los desacuerdos para mejorar mi relación matrimonial y así permitir que Cristo sea exaltado y la gloria de Dios sea vista por todos?  


 

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Escrito por Melisa Gallegos

Diseño: Rhaien Vivar

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