Si tratáramos de definir a Jesús, sería difícil encontrar palabras en el diccionario que nos permitan hacerlo. Pero encontré un adjetivo en inglés que me gusta y me pareció apropiado: «REMARKABLE». Según los diccionarios que consulté, significa: «notable, inusual, extraordinario, excepcional e increíble».
Jesús reúne todo eso y más. Es extraordinario, trasciende los tiempos, y aún así se ajustó a nuestro tiempo para cumplir todo lo que Dios escribió sobre Él en Su Palabra.
Te invito a que puedas abrir tu corazón y saber que no es solo «una linda historia». No solo era «un hombre bueno» o «un niño que nació en un pesebre». Él es el cumplimiento de la Palabra, Él es el Verbo encarnado y Él se deja conocer a través de las Escrituras (Jn 1).
Es por eso que propongo, en esta sección, mostrarte al hijo de una joven virgen y de un carpintero, que se encontraban comprometidos. Este niño nació en un establo, en medio de una ciudad abarrotada por causa de un censo, pero que fue alumbrado por la luz de una estrella brillante.
Jesús en la eternidad
La historia de Jesús se remonta a miles de años antes de la creación porqué Él es eterno al igual que el plan de redención de Dios. Un plan ideado para que tú y yo lo podamos conocer de manera personal a través de Su vida, muerte y resurrección. La historia de Jesús comienza en la eternidad, en el cielo. Es el Hijo de Dios y al mismo tiempo Él es Dios. Juan nos explica, «En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios» (1:1).
Jesús en el Viejo Testamento
Con respecto a las Escrituras, lo que me asombra de nuestro Señor es que no se encuentra solamente en el Nuevo Testamento, sino que lo encontramos en toda la Biblia. En el Génesis lo vemos como el Verbo Creador; en el Pentateuco, como la anticipación de un Nuevo Pacto; en los profetas, como la promesa que se va a cumplir; en los Salmos, como ese Rey que iba a reinar para siempre, digno de alabanza, Rey de gloria.
También podemos encontrar a Jesús en el Antiguo Testamento como los teólogos lo definen: una «Teofanía», que es la manifestación de Jesús como deidad comunicándose con las personas elegidas por Dios para llevar a cabo una tarea en específico. Podemos encontrarlo en Gn 16:7; Ex 32:34; Ex 33:14; y Mal 3:1 como el Ángel de Jehová y el Ángel del Pacto.
Jesús en el Nuevo Testamento
Lo más asombroso y sobresaliente de todo esto, es que Cristo esperó el momento oportuno para nacer. La paciencia no va conmigo; siempre me anticipo a las cosas y me cuesta esperar; pero una vez más, para nuestra exhortación, encontramos este maravilloso versículo: «Pero cuando se cumplió el tiempo señalado, Dios envió a su Hijo, que nació de una mujer y sujeto a la ley, para que redimiera a los que estaban sujetos a la ley, a fin de que recibieran la adopción de hijos. Y por cuanto ustedes son hijos, Dios envió a sus corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: “¡Abba, Padre!” Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si eres hijo, también eres heredero de Dios por medio de Cristo» (Gal 4:4-7 RVR).
Observa la progresión que nos dice el Apóstol Pablo. Jesús nació en el tiempo correcto, para morir, sujeto a la ley, para redimirme, para redimirte. A través de ese acto, podemos estar cerca de Dios, podemos llamarlo «Papito querido» y somos herederos juntamente con Él.
Los evangelios nos dan el escenario de Su aparición en carne. Dependiendo de la audiencia de su tiempo, cada evangelio nos muestra a Jesús de una forma diferente pero, unidos, nos dan el cuadro perfecto de quién era Él y de Su impacto en las personas.
Mateo nos muestra el hilo que Dios fue entretejiendo a través de las generaciones, lleno de hombres que lo antecedieron, para mostrarles que cumple Sus promesas y guarda a quienes son fieles. En ese momento ellos no sabían que formarían parte del linaje de Jesús, pero Dios quiso que así fuera.
El escritor de Marcos nos lleva a los profetas al decirnos que Jesús era aquel Mesías que había anunciado Isaías. Nos habla también de Juan el Bautista, como la voz que prepara el camino para Su llegada.
El evangelio de Juan nos relata que Jesús es esa luz que alumbra, que las tinieblas no pueden contra ella, que vino y no lo reconocieron, que era el Verbo hecho carne, lleno de gracia y de verdad. A su vez, en Lucas nos encontramos con un niño Jesús que «[…] crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres» (Lc 2:52).
Jesús en tu vida
En una ocasión, Jesús les preguntó a sus discípulos «¿quién dice la gente que soy?». Luego de obtener una respuesta, cambia el foco hacia ellos y les pregunta «¿quién dicen ustedes que soy?» (Lc 9:18-20).
Estas fechas nos sirven para pensar e intentar responder esa pregunta una vez más «¿quién dices que es Jesús?» Puedes responder «es ese niño que nació en un pesebre», «es un hombre que vino un día de diciembre», «es aquel del que mi mamá me contaba de pequeña», «es un mito», «es una fuerza». Puedes definirlo de la manera que quieras, aunque solo vas a estar en lo correcto si lo defines de acuerdo a las Escrituras. Por eso te animo a que te tomes el tiempo de ir por los versículos que te presenté, puedas dejarte impactar por ese Rey que dejó todo por ti y lo hagas Rey de tu corazón, si es que no lo has hecho ya.
El hecho que tú sirvas en la iglesia o asistas todos los domingos, no significa que Él esté en el trono de tu corazón. Dale el lugar de honor en tu vida, reconócelo hoy, porque un día va a volver como ese Rey, Fiel y Verdadero, en Su caballo blanco, y toda rodilla se doblará ante Él (Fil 2:10; Ap 19:11).
Como sea que celebras la navidad en diciembre, es una buena oportunidad para responderte a ti misma en qué clase de Jesús estás creyendo ¿Es el Dios de la Biblia? Recuerda que Jesús es completamente Dios y completamente hombre, extraordinario y Santo. Él puede llenar tu corazón y darte esperanza en este tiempo.
No esperes a la próxima Navidad. ¡Hoy es el día!
Diseños: Berenice Souza
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