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Familiarízate con el carácter de Dios


Es crucial conocer el carácter de Dios no solo en el «qué» sino también en el «cómo» cuando defendemos nuestra fe ante los demás.


En cuanto al «qué»: Conocer el carácter de Dios da un argumento claro a la fiabilidad de las Escrituras. Una de las formas en que podemos saber que las Escrituras son confiables es porque vemos que el carácter de Dios se describe con consistencia a lo largo de sus páginas. Dios es descrito constantemente como amable y misericordioso, pero también como un juez justo que juzga a los demás con justicia (Sal 96:13, 145:8-9). No hay inconsistencias ni contradicciones cuando se trata del carácter de Dios y la manera en que se describe en las Escrituras. El escritor Steve Ham pregunta: «Si tuviéramos que leer este libro y encontrar inconsistencias en el carácter de Dios, ¿cómo podríamos tomar como creíbles las afirmaciones de la Biblia sobre la verdad última y pura?»


Es necesario conocer el carácter de Dios a la hora de defender la fe, porque cuando la gente llega a cuestionar la credibilidad de la Palabra, podemos señalar el hecho de que ésta es consistente con la forma en que se describe el carácter de Dios y no se contradice en ningún momento.


En cuanto al «cómo»: Conocer el carácter de Dios también nos ayuda a saber «cómo» defender la fe. La forma en que nos comportamos, la forma en que tratamos a los demás, debe estar en línea con el carácter de Dios. Porque no importa lo que hagamos, debemos glorificarlo y debemos reflejar a Cristo a todos los que nos rodean. Juan escribe: «El que dice que permanece en Él, debe andar como Él anduvo» (1 Jn 2:6). Una de las formas en que podemos reflejar a Cristo a los demás cuando defendemos la fe es siendo compasivos como Él es compasivo.


Pedro explica, «[…] estando siempre preparados para presentar defensa ante todo el que les demande razón de la esperanza que hay en ustedes. Pero háganlo con mansedumbre y reverencia» (1 Pe 3:15).


Es muy importante que estemos familiarizadas con el carácter de Dios porque no son solo los argumentos intelectuales los que ayudarán a alguien a creer en Jesús, sino también cómo Sus seguidores lo reflejan a los demás. La forma en que nosotras, como hijas de Dios, tratamos a los demás, puede hacer una gran diferencia si un no creyente quiere tener algo que ver con Jesús o no. Pablo nos exhorta: «Anden sabiamente para con los de afuera, aprovechando bien el tiempo. Que su conversación sea siempre con gracia, sazonada como con sal, para que sepan cómo deben responder a cada persona» (Col 4:5-6). Es muy importante que tratemos a los no creyentes con amabilidad y gracia, incluso cuando debatamos o tengamos discusiones sobre el cristianismo. Nunca debemos ser groseras o condescendientes cuando se trata de defender nuestra fe porque cuando lo hacemos, no estamos reflejando el carácter de Dios que afirmamos creer y seguir. No seamos piedra de tropiezo para los demás.


¡Bendiciones!



Diseños: Vianela Valerio

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