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Foto del escritorAnabel Vargas E.

Año Nuevo, tiempo de reflexionar


Finalizar un año y empezar otro puede ser muy emocionante y prometedor. Generalmente en estas fechas los gimnasios están llenos, las listas de libros para leer bien estructuradas. Hemos planeado los insumos apropiados para iniciar a comer más saludable; presupuestos, sueños, metas y mucha energía para ejecutar cada uno de nuestros planes.


Sin embargo, hoy quiero que juntas reflexionemos, a la luz de la Palabra de Dios, sobre algunas mentiras que hemos creído al pasar los años y otras que he escuchado en los últimos días, sobre los propósitos en vistas del Nuevo Año.


Mentira #1

«Declara y arrebata las bendiciones que Dios te ha prometido»


En ninguna parte de la Biblia se nos invita a declarar ni arrebatar bendiciones. Al contrario, el Señor nos exhorta a aprender a descansar y depender de Él. La acción de declarar requiere que afirmemos con «autoridad y fe» que lo que deseamos ya ha sido hecho, y esto, amada hermana, supondría que Dios actúa de acuerdo a nuestros deseos. En verdad, bien sabemos que nuestro corazón es engañoso y la respuesta correcta viene del Señor y no de nuestros propios deseos.

«Los propósitos del corazón son del hombre, pero la respuesta de la lengua es del Señor. Todos los caminos del hombre son limpios ante sus propios ojos, pero el Señor sondea los espíritus. [...] La mente del hombre planea su camino, pero el Señor dirige sus pasos» (Pr 16:1-2,9).


Mentira #2

«Cuando hacemos la voluntad de Dios como si fuera la nuestra, Dios hace la voluntad nuestra como si fuera la de Él»


Esto lo leí hace unos pocos días y me pareció un juego de palabras muy peligroso. Dios es soberano sobre todo, de ninguna manera nuestra voluntad altera o influye la Suya. Saber que el creador y dueño del universo hace lo que le place, debe traernos de rodillas ante Él, en adoración, asombro y reverencia. Nunca deseando que haga nuestra voluntad, sino clamando que haga Su voluntad en nosotros como Él desee, y para Su gloria.

«No a nosotros, Señor, no a nosotros, sino a Tu nombre da gloria, por Tu misericordia, por Tu fidelidad. ¿Por qué han de decir las naciones: “¿Dónde está ahora su Dios?”. Nuestro Dios está en los cielos; Él hace lo que le place» (Sal 115:1-3).

«Porque yo sé que el Señor es grande, y que nuestro Señor está sobre todos los dioses. Todo cuanto el Señor quiere, lo hace, en los cielos y en la tierra, en los mares y en todos los abismos. Él hace subir las nubes desde los extremos de la tierra, hace los relámpagos para la lluvia y saca el viento de Sus depósitos» (Sal 135:5-7).


Mentira #3

«Voy a alcanzar la satisfacción personal al lograr mis metas de año nuevo»


La realidad es que, si inicias el año con esta idea en mente, lo más probable es que termines muy decepcionada. Quizás ya estás triste porque no lograste todo lo que deseabas en 2023. Quizás estás cargada porque, desde 2020, planear en Año Nuevo se ha convertido en un deporte extremo. Si algo aprendimos con la pandemia, es que muchos de nuestros propósitos son bastante superficiales (y fue fácil llegar a esta conclusión cuando todos estábamos enfocados en solo una cosa: mantenernos sanos).

Si crees que tachar todos los objetivos de tu «lista de Año Nuevo» te va a traer satisfacción, lamento informarte que te pasarás toda la vida buscando algo que nunca vas a alcanzar. El único lugar donde podemos encontrar satisfacción completa y verdadera, es al cumplir el propósito de Dios para nuestras vidas, y eso es: ¡Darle gloria a Él!


«A todo el que es llamado por Mi nombre y a quien he creado para Mi gloria, a quien he formado y a quien he hecho» (Is 43:7).


«Entonces, ya sea que coman, que beban, o que hagan cualquier otra cosa, háganlo todo para la gloria de Dios» (1 Co 10:31).


Desde hace meses ya vemos disponibles las agendas 2024: colores lindos, diseños novedosos, plantillas para manejar tus finanzas, metas por mes, semana y año, incluso planes de lectura de la Biblia. Esta es una muy buena herramienta, pues planear no es malo en sí mismo.


Sin embargo, muchas veces, algo bueno como ser organizadas con nuestras agendas o presupuesto, o cuidar nuestra dieta y cuerpo con ejercicio, puede ser manchado por el pecado de manera muy silenciosa:


Control: Cuando permitimos que nuestras agendas y planes nos dominen, nuestro corazón está creyendo la mentira de que en nuestras manos las cosas están mejor que en las de Dios. Que nuestro Señor nos ayude a aprender a descansar en Él.


Orgullo: Podemos sentirnos más valiosas al lograr cumplir nuestros objetivos o buscar la validación de los demás en cada cosa que hagamos. Incluso, pudiéramos llegar a plantearnos metas solo para agradar a alguien y recibir su aprobación. Pero recuerda ¡Ya hemos sido aceptadas y amadas por Dios, no necesitamos la aprobación de hombres!


Egoísmo: Aunque parezca sorprendente, hacer una lista de propósitos estricta, y luchar para cumplirlos, puede llevarnos a centrarnos demasiado en nosotras mismas y descuidar a los demás. Debemos tener mucho cuidado de que, a la hora de plantearnos metas personales, no nos volvamos esclavos de esa lista y descuidemos otras cosas importantes como servir a nuestras familias, o crecer en nuestra relación personal con Dios.


Cuando como cristianas hacemos planes, debemos recordar descansar en la soberanía y voluntad de Dios. Plantearse metas es muy bueno, sin embargo, un año es solo un tiempo marcado en el calendario. El 2024 no significa automáticamente éxito y mejoría, tampoco significa que todo lo del 2023 quedó atrás. Año Nuevo es simplemente una buena oportunidad para reflexionar en qué áreas podemos crecer y qué hábitos podemos desarrollar para dar mayor gloria a Dios con nuestras vidas.


Muchas creemos que cuando un año termina y empieza otro, es como si muriera una parte de nosotras y por arte de magia seremos mejores y más productivas el primer día de enero. Y sí, las primeras semanas pueden ser muy buenas, pero cuando termina el mes nos damos cuenta que la lista de propósitos de Año Nuevo se empieza a ver más difícil que alcanzable y empezamos a retomar antiguos hábitos y llenarnos de desánimo.


Hermana, mi intención con este escrito no es desanimarte, mi deseo es que, ya sea que te sientas triste porque en el 2023 no pudiste cumplir todo lo que te propusiste al iniciar el año; o porque te causa ansiedad pensar que en el 2024 no logres realizar todo lo que anhelas, puedas recordar que Jesús es nuestra esperanza y estar segura que Sus «metas de Año Nuevo» para ti, serán cumplidas. Los propósitos de Dios siempre prevalecerán, Su voluntad será hecha, y sabemos que no hay nada en el mundo que sea mejor para nosotras, que caminar en la dirección de Dios para nuestras vidas: darle gloria.




Diseños: Gabriela Rodríguez

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