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Por esto oramos

Por Selene Domínguez


Creo que todas conocemos la historia de Aladino, aquel joven que encontró una lampara maravillosa que al ser frotada, salía un poderoso genio que tenía la obligación de cumplirle tres deseos a quien encontrase la lámpara mágica; tristemente, en el fondo de nuestros corazones, creemos que Dios es igual, que está obligado a responder nuestras oraciones de la manera que nosotras queremos, cuando queremos y de la forma en que esperamos, esto sucede, entre muchas cosas, porque no hemos entendido para qué y para quién es la oración realmente y por qué es que oramos.


Muchas veces, el problema de creer que Dios actúa de la manera en que actúa un genio en la lámpara, está en el pecado de nuestro propio corazón y en la dirección que éste le da a la oración, ya que muchas veces solo se enfocada en el “yo” y no en darle gloria a Él.


¿Qué es la oración?


Oh Señor, de mañana oirás mi voz; de mañana presentaré mi oración a ti, y con ansias esperaré. Salmos 5:3


Vemos que la oración es poder tener el privilegio de gozar de una relación con el Señor, es un anhelo de nuestro corazón poder presentarnos delante de Él y alabar Su nombre. Es ese deseo de comunicarnos con nuestro ser mas amado y expresar nuestra completa alabanza y adoración a Él, por eso el salmista dice que espera con ansias ese momento al despertar. Puedo recordar cuando Adán y Eva paseaban por el huerto y pasaban todo el tiempo posible deleitándose en Dios; vemos a Jesús orando todo el tiempo y buscando esa comunión constante con el Padre.


La oración fue concebida por Dios para que nosotros estemos alineados a Su propósito y no al revés; podrías decir “¡oye!, pero en la Biblia encuentro un versículo que dice que Él nos concederá los deseos de nuestro corazon”, y te dire sí, eso es lo que dice, pero te haré otra pregunta ¿Cuál debe ser el anhelo de nuestro corazón?, la Biblia dice lo siguiente: Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado. Juan 17:3


Este debe ser nuestro gran y más importante anhelo, conocerle cada día más, la oración la hemos usado principalmente para hablar de nosotros, de lo que YO necesito y lo YO deseo y olvidamos que la oración es para adorarle a Él, es por Él y para Él, para Su gloria.


Tristemente, he visto y oído a personas que enseñan que debes arrebatar tus bendiciones del cielo y exigirle a Dios que nos bendiga por que somos hijas del rey, y sinceramente todo eso se ve tentador, tener lo que quieres, sanidad por completo, no luchar con ningún pecado, en verdad, es muy tentador al alma, pero ello nos lleva a olvidar que no merecíamos nada, de lo único que éramos merecedores era de la muerte eterna por revelarnos contra el Santo Dios y que todo lo que tenemos ahora es pura gracia, el hecho de estar respirando es misericordia mostrada del Dios Altísimo.


¿Por qué Oramos?


Dios tiene cuidado de nosotras, sabe exactamente lo que necesitamos, en el momento exacto de nuestra necesidad; la Biblia nos da esta seguridad. Filipenses 4:6 dice que “Por nada estéis afanosos; antes bien, en todo, mediante oración y súplica con acción de gracias, sean dadas a conocer vuestras peticiones delante de Dios.” Podríamos decir, si Dios sabe lo que necesitamos y nos lo dará en el momento que él tenga a bien dárnoslo, ¿para qué oramos?


Martin Lutero dijo una vez que “La oración no es para cambiar los planes de Dios. Es para confiar y descansar en Su soberana voluntad”. La oración me ayuda a que yo este alineada a Dios y a que pueda entender que su Voluntad es buena, agradable y perfecta, quizá no sea lo que nosotros consideramos que es mejor, pero Él en su conocimiento pleno y perfecto sabe que cada cosa que nos acontece, nos sirve para ser santificadas y ser más como su hijo Cristo.


El “No” o el “todavía No” de Dios es una bendición para nosotras, esto me costó mucho trabajo aprender, pero, poco a poco, voy viendo cómo Dios usa esto en mi vida y me gozo en sus “No” y en que estoy aprendiendo a confiar en las promesas que Él me ha otorgado en Su Palabra, descanso sabiendo que sus caminos son muchísimo mejores de los que yo tan siquiera hubiese podido imaginar.


Charles Spurgeon decía “Los problemas de nuestras vidas nos llevan a buscar a Dios en oración, este problema será una bendición porque nos lleva a reconocer nuestra necesidad de un gran salvador”.

Mi hermana, cualquiera sea la situación en la que hoy te encuentres, que todo ello te lleve a meditar y a orar, a correr como una niña a los brazos de su amoroso Padre, con quien ella está segura porque sabe que el Padre la protege y la cuida, porque la ama.

Quizás, la forma en la que Dios responda a lo que tanto anhelas y por lo que tanto pides no sea como la que esperas, quizás el tiempo en que lo haga, no es el que esperas, pero, descansa, hermana, descansa, Él es soberano y puedes confiar. Filipenses 4:7 “Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestras mentes en Cristo Jesús.” En Él estás segura.



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