top of page

La Navidad y los nombres de Dios. Cómo conocer y confiar más en el Señor en esta Navidad (parte 2)


ree

La Navidad se va acercando, el año concluye y, como hemos visto en la primera parte de este Blog,  el Señor desea asombrarnos e impactar nuestros corazones con cada uno de Sus nombres, los cuales se hacen presentes de manera clara a lo largo de toda la narrativa del nacimiento de Jesús. 


  • Padre Eterno


Si hay un Nombre del Señor que es capaz de llenar nuestros corazones de amor y de abrazo es este: Padre. Pensar que Dios nació como un bebé para poder reconciliarnos con nuestro Padre celestial y adoptarnos como Sus hijos, me explota el cerebro. Cada uno de Sus nombres expresan un tipo de relación, cuidado y características diferentes de quién es Él. Pero «Padre» ¡Oh! Sabemos que la palabra «Padre» implica una relación muy cercana y profunda; una de alguien que nos conoce, nos cuida y vela por nuestras necesidades. Un padre es alguien a quien conocemos y a quien le tenemos confianza. Nos mira con compasión y afecto. Nos tiene paciencia. Nos enseña pero también nos corrige cuando se requiere. Sin embargo, sabemos también que en este mundo caído, las relaciones terrenales con nuestros padres no siempre son así de ideales. Muchas veces están marcadas por el rechazo, la falta de amor, el descuido y la separación. Si esto ha sido una realidad para ti, sé que tu corazón ha sido afectado y herido, pero quisiera que encuentres consuelo con este nombre de Dios: Padre Eterno. 


Si has creído en Jesús, Dios te ha escogido en Cristo desde antes de la fundación del mundo y con amor eterno te ha amado (Jer 31:3; Ef 1:4). Él está contigo todos los días y nunca te dejará ni te abandonará; ni aún cuando tu padre y tu madre te dejen o lo hayan hecho (Sal 27:10) porque este Padre nunca falla. Nunca miente. Nunca cambia. Nunca te deja esperando en vano. No te avergüenza. Siempre cumple cada promesa y te ha demostrado, con más de millones de razones, Su inquebrantable amor.


Tal vez sí tuviste el privilegio de tener un padre amoroso que te apuntó al amor y al carácter de Dios como Padre. Pero por esta fechas, la celebración se mezcla con dolor porque recuerdas su pérdida, si ya no está hoy junto a ti. Entiendo tu tristeza. Por eso quiero alentarte a dejarte sostener y abrazar por los brazos de tu Padre Eterno. Él aún está aquí para ti, dispuesto a aliviar tu corazón y a calmar tu alma. Tu Padre te ama y Él es Eterno. Nada ni nadie te puede separar de Su amor y de Su Presencia (Ro 8:35-39).


  • Príncipe de Paz


Actualmente, las estadísticas de los niveles de ansiedad aumentan cada año, aún entre cristianos. De hecho, tal vez tú has tenido que batallar con esta emoción que puede expresarse pecaminosamente. Y tal vez también éste ha sido un año particularmente difícil; por lo que, pensar en terminar y todo lo que pueda estar por venir en los próximos meses, hace que tu estómago se revuelva con un puñado de agitadas emociones. Pero en Navidad podemos meditar en cómo Jesús es nuestro Príncipe de Paz. No sólo en el hecho de que Él es nuestra Paz, sino que Él es el Príncipe de Paz. Él es el líder, el que gobierna la Paz. Él es el autor de la Paz, Su creador y preservador, así como también de nuestra fe. Él es la máxima autoridad en lo que a Paz se refiere. Él es el experto. El soberano de la Paz. El perfecto en Paz. 


Y ahora bien, tú puedes decir: «Sí, lo sé. Él lo es. Pero, ¿cómo me afecta eso a mí?». La buena noticia es que Él mismo nos dijo cómo: «La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo» (Jn 14:27 RVR1960).


«¡Al mundo paz, nació Jesús. Nació ya nuestro Rey! El corazón ya tiene luz y paz su santa grey» (Fragmento del Himno: Al mundo paz).


Jesús, la Paz, nació en este mundo para traernos Su paz y dejarla para nosotras como un valioso regalo que ahora, tú y yo, también podemos disfrutar. Pero Su paz no es como la de este mundo, sino una que trasciende circunstancias. No se trata de tener todas las comodidades y de que nunca tengamos enfermedades, sufrimientos o problemas. Esa paz sería fácil de conseguir y no necesitaríamos mucha ayuda para lograrlo, ¿cierto? Pero Su paz es mucho mejor porque puede estar a nuestro alcance, aún en medio de esas situaciones incómodas. Es por eso que sobrepasa nuestro entendimiento (Fil 4:6-7). Sobre todo, es la paz con Dios que viene de saber que estamos justificados con Él por la fe en Cristo (Ro 5:1). Saber que nuestro principal problema con el pecado y la muerte ya ha sido cancelado por Jesús, es la paz más grande y dulce que podemos experimentar. Sí, aunque carezcamos de muchas otras cosas y estemos pasando por valles oscuros y de lágrimas, es asombroso sentir cómo Su paz nos guarda tranquilas a pesar de todo y nos ayuda a seguir, un día a la vez, confiando en Su mano. Como dice un precioso himno que amo:


Día en día Cristo está conmigo,

Me consuela en medio del dolor.

Pues confiando en Su poder eterno,

No me afano ni me da temor.

Sobrepuja todo entendimiento

La perfecta paz del Salvador.

En Su amor tan grande e infinito

Me dará lo que es mejor.

Día en día Cristo me acompaña

Y me brinda dulce comunión

Todos mis cuidados Él los lleva;

A Él le entrego mi alma y corazón.

No hay medida del amor supremo

De mi bondadoso y fiel Pastor

Él me suple lo que necesito

Pues el pan de vida es mi Señor.

Oh Señor, ayúdame este día

A vivir de tal manera aquí.

Que Tu Nombre sea glorificado

Pues anhelo solo honrarte a Ti.

Con la diestra de Tu gran justicia

Me sustentas en la turbación.

Tus promesas son sostén y guía

Siempre en ellas hay consolación.


Así que, amada, que tu corazón no se turbe. No tengas miedo por las cosas que preocupan a este mundo. Tenemos un Príncipe de Paz que nació y ya ha vencido (Jn 16:33).


  • Jesús. Salvador. Mesías. Cristo


«Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados» (Mt 1:21 RVR1960).

«Y Jacob engendró a José, marido de María, de la cual nació Jesús, llamado el Cristo» (Mt 1:16 RVR1960).

«Hoy ha nacido en la Ciudad de David un Salvador, que es Cristo el Señor» (Lc 2:11 RVC).


Sí, desde Navidad también recordamos nuestra completa libertad del pecado y de la muerte. Por supuesto que éstas también son muy buenas noticias. Como mencioné antes, esos eran en realidad nuestros mayores problemas. La Palabra dice que por cuanto todos pecamos estamos destituidos de la gloria de Dios (Ro 3:23). Nacemos siendo enemigos de Dios, separados de Él y sin esperanza; destinados a la condenación eterna en el infierno; porque la paga del pecado es muerte (Ro 6:23) y no hay justo ni siquiera uno. Ninguno de nosotros era capaz de hacer el bien ni de buscar a Dios. Todos nos apartamos y nos descarriamos (Is 53:6; Ro 3:11-12). «Pero Dios, que es rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, aun estando muertos en nuestros delitos y pecados nos dio vida justamente con Cristo (por gracia sois salvos)» (Ef 2:4 RVR1960). ¡Qué bueno recordar en esta Navidad, y siempre, que Su nombre es Jesús y que la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, Señor Nuestro! (Ro 6:23).


Jesús también es llamado el Mesías y el Cristo. Esto significa que Él es el Ungido de Dios; el Salvador prometido; el enviado escogido por Dios que trae paz a la humanidad, instaurando el Reino de Dios. Este título de Mesías alude al triple oficio de Jesús como nuestro Profeta, Sacerdote y Rey. Él es la Palabra encarnada de Dios. Él es quien nos representa ante Dios. Él es quien gobierna el mundo y todo lo qué hay en él.


Tal vez estés hoy atascada en un área de pecado, luchando y batallando contra tu carne. Pero recuerda este nombre: Jesús. Mira al Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. (Jn 1:29; 36) y recuerda que Él fue sacrificado por nosotros y Su sangre derramada nos limpia y purifica de nuestra maldad. No hay pecado que no haya sido crucificado juntamente con Él. No hay pecado que nos pueda mantener esclavizadas. No hay pecado más grande que Su gracia. En Cristo somos nuevas criaturas libres y no tenemos que responder en obediencia al pecado. Tenemos un nuevo amo: Jesús, nuestro Señor y Salvador, el que salva a Su pueblo de sus pecados. ¿Lo crees? Somos salvados gratuitamente. Jesús lo pagó todo y la libertad que tenemos en Él es perfecta. 


  • Emanuel


«He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros» (Mt 1:23 RVR1960).


No se a ti, pero a mí me llena de mucho gozo pensar en este nombre de Dios y su significado. En esencia, este nombre es una descripción de lo que celebramos en Navidad. Nos lleva a pensar en Su nacimiento y en cómo, el Admirable Dios, estuvo dispuesto a venir para estar con nosotros todos los días hasta el fin del mundo (Mt 28:20). Esto nos apunta a Su asombrosa humildad y cercanía.  


Dios mismo vino a este mundo a nacer en forma de hombre, semejante a nosotros, para redimirnos. No olvides: aunque Jesús era igual a Dios, tomó forma de siervo y se hizo como nosotros para rescatarnos del pecado y de la muerte. No se apegó a toda Su grandeza y honra; majestad y estima como excusa para no salvarnos. Él se rebajó y se humilló hasta lo sumo. Una humillación extrema que tomó voluntariamente. Él ocupó nuestro lugar y fue obediente hasta la muerte para librarnos del castigo que merecíamos (Fil 2:6-8). En la Navidad vemos la perfecta humildad de nuestro Señor. Desde un pesebre, un lugar del que nadie pensaba que podría salir algo bueno, salió el hombre más grandioso de toda la historia: Dios y hombre al mismo tiempo; Santo y Glorioso; lleno de gracia y verdad; y también manso y humilde, cercano y dispuesto a ser rechazado y quebrantado por amor a Sus escogidos (Is 53; Jn 1:14; Mt 11:29-30). 


Nuestro Dios es sumamente presente y cercano. Él se interesó tanto por nosotras que vino personalmente a convivir en esta tierra con pecadores para perdonarlos. Por eso es un sumo sacerdote que puede compadecerse de nuestras debilidades porque Él fue tentado en todo pero sin pecado. Él se identifica con nuestras luchas y con nuestras aflicciones porque vivió en este mundo. Él nos entiende y está con nosotros hoy mientras esperamos Su regreso. Ahora permanece con nosotros a través de Su Espíritu Santo, que nos apunta a Su Verdad e intercede por nosotros continuamente ante el Trono Celestial.


La Navidad puede ser un tiempo triste para aquellos que no tienen la familia o las relaciones que desean para celebrar y recibir compañía, por lo que luchan con la soledad. Sé que es difícil lidiar con esos sentimientos, sentirse fuera de lugar, no importante o valorado. Sin embargo, demos gracias a Emanuel porque ha estado con nosotros todo este año y porque lo seguirá estando en el próximo año. El Gran Dios del cielo y de la tierra está contigo y conmigo. ¿No es eso genial? ¡Gracias, Señor, porque nunca estamos solas ni abandonadas. Tú estás aquí, en todo tiempo, para llenar cualquier vacío y necesidad, y nos sostienes con tu fidelidad!


Queridas hermanas, es mi deseo que el Nombre del Señor sea nuestro motivo de gozo y de celebración continua durante esta Navidad, y cada día de los años que vendrán, mientras nos acercamos más a Él para conocerle, amarle y obedecerle. Quiera el Señor usar Su Palabra y Su Nombre para que permanezcamos enfocadas en Él y en Su gloria, más allá de tradiciones o una agenda navideña ocupada. Que podamos tener un espíritu y una mente contemplativos, llenos de meditación y adoración en Él. Que nuestro Dios y Su carácter sean el centro de la Navidad y de toda nuestra vida. Que Su Verdad transforme nuestra visión de la gloria y el corazón del Dios y Salvador que un día nació y resucitó por nosotras.  


Descarga a continuación la infografía con los nombres de Dios. ¡Es gratis!



ree


Diseño: Gabriela Rodríguez / @dinohaurio16

 
 
 

Comentarios


  • Facebook
  • White Instagram Icon
© 2024 Ella Florece Internacional
bottom of page