Arthur W. Pink escribió: «En el asunto de la vida familiar, ni el esposo ni su esposa pueden echarse, el uno al otro, toda la responsabilidad del carácter piadoso del hogar». Creemos que las Escrituras enseñan que tanto el padre como la madre están llamados a la instrucción de los hijos, es en ellos en quien recae esta responsabilidad, no en los abuelos, no en las maestras de escuela dominical, no en los profesores del colegio. Todos ellos son un apoyo, pero la Biblia enseña que Dios ha delegado esta ardua tarea a los padres (Dt 6:7; Sal 78:3-8; Pr 22:6). Por ello, en este artículo hablaremos acerca de cómo la madre cristiana puede cumplir con este hermoso llamado dado por Dios con base en Proverbios 22:6.
¿UNA PROMESA O UN PRINCIPIO?
Si usted tiene hijos y es creyente en Cristo, sé que uno de los deseos de su corazón es que sus hijos amen y sirvan a Cristo. Quizás, lee Proverbios 22:6 y pone su esperanza en este versículo, pero ve pasar el tiempo y su hijo que estaba en la iglesia cuando era pequeño, ahora se ha ido y no quiere saber nada del Señor. Entonces usted se pregunta, ¿será que este versículo miente? Veamos aquí lo que realmente sucede.
Interpretar los proverbios como promesas absolutas de parte de Dios es entender erróneamente la intención del autor. Esto quiere decir que cuando leemos: «Instruye al niño en su camino y aun cuando fuere viejo no se apartará de él» (Pr 22:6 RVR 1960), debemos entender que no se trata de una promesa, sino de un principio bíblico que, si lo obedecemos, nos ayudará a honrar a Dios en la crianza de nuestros hijos. Salomón no está diciendo que todo padre que instruya a su hijo desde pequeño será salvo y no se apartará de los caminos de Dios. Todos conocemos a jóvenes o adultos cuyos padres son fieles al Señor y ellos fueron instruidos en el evangelio, pero ahora no profesan fe, ni una vida piadosa. Estos padres no deben frustrarse, ni pensar que Dios les mintió en este versículo, sino que ellos deben agradecer al Señor porque fielmente siguieron el mandato del Señor de instruir, y han honrado a Dios en su crianza, su paternidad ha dado la gloria a Dios.
Si usted es esa madre, hoy quiero alentarle en las promesas del Señor para que siga guiando a sus hijos en los caminos de Dios, pero a su vez recordarle que la salvación viene del Señor y Él la da a quienes desea en Su buena voluntad (Jon 2:9b; Ro 9:16; Fil 2:13).
EL PRIVILEGIO DE INSTRUIR A NUESTROS HIJOS
Muchos padres no ven la crianza de sus hijos como un privilegio, puesto que criar hijos es todo un reto. Sin embargo, el Señor no los deja solos, Él da los medios para poder cumplir este mandato.
Salomón no usa la palabra instrucción sólo en el capítulo veintidós, sino que, desde el capítulo uno, él escribe: «Oye, hijo mío, la instrucción de tu padre y no desprecies la dirección de tu madre» (Pr 1:8 RVR 1960). Este versículo es un llamado a los hijos a obedecer la instrucción de los padres, pero en el 22:6 podemos ver el llamado a los padres a instruir a sus hijos.
Ahora bien, considerar la instrucción de nuestros hijos como un privilegio, no es fácil, por eso debemos saber que tenemos un Dios que, como Padre, nos instruye, y por ello nosotros debemos hacer lo mismo. Muchas madres piensan que están instruyendo a sus hijos porque los llevan a la iglesia cada domingo pero, si bien esto es bueno y sumamente necesario, no es lo único. La instrucción bíblica va más allá de eso. Instruir tiene que ver con enseñanza. De hecho, otra traducción dice: «enseña al niño el camino que debe andar y aun cuando sea viejo no se apartará de él» (LBLA). Entonces la pregunta es ¿Cómo debemos instruir a nuestros hijos? Veamos:
Predicando el Evangelio. Desde pequeños, los hijos deben saber que son pecadores y que su pecado los separa de Dios. Deben saber del maravilloso don que hay en Cristo Jesús y el poder de Su obra, vida, muerte y resurrección para salvarnos. Así como también deben saber del futuro seguro que hay para todo aquel que le rechace.
Enseñando la Biblia. Según Pink, «La instrucción se debe proporcionar a nuestros hijos leyéndoles las santas Escrituras y desarrollando aquellos temas que concuerden más con su edad. A esto debería seguirle una catequización».
Orando por ellos. Como Monita, (madre de Agustín, uno de los más influyentes teólogos en la historia de la iglesia) oraba por su hijo, usted también debe suplicar fervientemente al Señor por sus hijos. ¡Haga uso de este medio de gracia a diario, pida que ellos reciban gozosamente la enseñanza del Evangelio y que sus corazones sean llenos de la Palabra de Cristo!
Siendo un buen ejemplo. Todo lo que enseñamos se derrumba cuando nuestra vida es contraria a lo que decimos y hacemos. Por ello, es importante que supliques al Señor que Su gracia te lleve a vivir las implicaciones del maravilloso Evangelio.
Ejerciendo la disciplina bíblica. Nuestros hijos no son perfectos, son pecadores y desobedecerán en algún momento,. Por esa razón, en la crianza no debe faltar la corrección y la disciplina que es según la Palabra (Pr 29:15; 19:18; 13:24). Aún así, como dice Pink, «Los padres no deben castigar al hijo desobediente porque está enojado, sino porque Dios lo requiere y el bienestar del hijo lo exige».
Mostrando amor a los hijos. La Biblia nos enseña que Dios ama a Sus hijos. No solo lo dice en Su Palabra sino que, además, nos lo muestra cada día. Si nosotros decimos que amamos a nuestros hijos, pero no mostramos ese amor que les tenemos, no tiene valor dicho sentimiento. Una manera de mostrar nuestro amor hacia ellos es elogiando lo bueno que vemos en ellos. Animándolos también a que sigan desarrollando sus habilidades, felicitando sus logros y apoyando sus sueños (siempre y cuando sean para el Señor). ¡Abraza a tu hijo, dile cuánto lo amas cada vez que puedas!
EL PRIVILEGIO DE VER QUE NO SE APARTAN
Tal vez, el versículo de Proverbios 22:6 no es una promesa directa, pero sí es un versículo que nos enseña cómo criar con sabiduría a nuestros hijos. Dios, siendo un Dios misericordioso, ha dado y dará a muchos padres el privilegio de ver a sus hijos no apartarse del camino de sabiduría, y ese camino es Cristo mismo (Jn 14:6).
Cuando leemos el Antiguo Testamento podemos conocer a hijos que no se apartaron del temor de Jehová. José fue uno de ellos. La Biblia nos dice que él fue criado por su padre Jacob y, aunque vivió situaciones que pudieron llevar su corazón a desviarse del temor de Jehová, su fe se mantuvo firme por la gracia de Dios que le acompañaba (Gn 45:5; 48:15). No podemos olvidarnos de Timoteo, quien fue instruido por su madre Eunice (2 Ti 1:5) y que, desde la niñez, conocía las Sagradas Escrituras (2 Ti 3:15) y no se apartó de ellas, sino que, más adelante, se quedó en Éfeso para llevar a cabo la fiel predicación de la Palabra.
Amada hermana, mire a sus hijos como aquellos árboles que riega día a día porque en un tiempo futuro anhela ver los frutos. Riegue con paciencia el corazón de su hijo con el agua viva que es Cristo (Jn 4:14), y el Señor obrará de acuerdo a Su voluntad.
Diseño: Frida García
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