Por Mónica Carvajal
Una de las bendiciones más maravillosas que podemos disfrutar como hijas de Dios es la seguridad de nuestra esperanza eterna. Esta esperanza es el resultado de nuestro conocimiento de Él, de Su obra redentora en la cruz, de Sus atributos, Su Palabra y la confianza de que todo lo que Él dice es verdadero, correcto y confiable. De Él dependemos en esta vida y la venidera.
La Biblia tiene mucho que decir sobre la esperanza que tenemos en Dios, una esperanza bíblica que se basa en “Cristo Jesús nuestra esperanza” (1 Timoteo 1: 1).
Hermana, es importante entender cómo Cristo Jesús es nuestra esperanza, y para ello necesitamos comprender la importancia de nuestra salvación, porque Dios, en Jesús, nos ha prometido la esperanza de la vida eterna (1 Juan 2:25), y esta vida está en Su Hijo (1 Juan 5:11).
Según el Diccionario de temas bíblicos, “cuando la esperanza se basa en Dios, proporciona la motivación para vivir la vida cristiana incluso frente a los problemas".
El pastor John Piper comenta “la esperanza cristiana es la confianza de que algo sucederá porque Dios ha prometido que sucederá".
El Diccionario Oxford de la Iglesia Cristiana dice respecto a la esperanza que "como virtud cristiana, su fin principal, su motivo y su autor es Dios mismo".
El papel de la Biblia en nuestra esperanza
En Su Palabra, Dios nos manda a tener esperanza en Él (Salmo 31:24; Romanos 12: 2; 1 Timoteo 6:17).
En Romanos 15: 4, el apóstol Pablo confirma la importancia de conocer la Biblia como fuente de esperanza; él dice: "Porque todo lo que fue escrito en tiempos pasados, para nuestra enseñanza se escribió, a fin de que por medio de la paciencia y del consuelo de las Escrituras tengamos esperanza".
En este versículo, Pablo nos da el punto de partida para conocer la verdadera esperanza. Debemos leer la Palabra de Dios, porque en ella tenemos la vida eterna. La Palabra de Dios testifica acerca de Jesús (Juan 5:39), quien es nuestra esperanza (1 Timoteo 1: 1) y es el dador de vida eterna, como Jesús mismo afirmó en Juan 5:24 “en verdad les digo: el que oye Mi palabra y cree al que me envió, tiene vida eterna y no viene a condenación, sino que ha pasado de muerte a vida”.
Quiero animarte, mi hermana, a ver cómo la Biblia nos llena de esperanza mediante los testimonios de fe de hombres y mujeres que confiaron en Dios, pusieron su esperanza en Él y en Sus promesas y fidelidad al pacto.
Por ejemplo, el apóstol Pablo vivió momentos muy difíciles que, humanamente hablando, podrían llevarlo a perder cualquier esperanza de vida. Mira la descripción que hace de su situación en 2 Corintios 4:8 “Afligidos en todo, pero no agobiados; perplejos, pero no desesperados; perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no destruidos”. Hermana, Pablo pudo escribir esas palabras porque su esperanza estaba en Dios, en su conocimiento de la soberanía, del amor, del poder de Dios.
Cuando el apóstol Pablo escribió 2 Corintios estaba viviendo un momento realmente difícil en su vida; sin embargo, esta epístola, nos da una visión clara acerca del entendimiento que Pablo tenía de la inmutabilidad de Dios.
En 2 Corintios 1:10 escribió “el cual nos libró de tan gran peligro de muerte y nos librará, y en quien hemos puesto nuestra esperanza de que Él aún nos ha de librar”. Pablo sabía que Dios era digno de confianza y que tenía el poder de librarlos de la muerte como lo había hecho antes. Creemos en el mismo Dios en quien creía Pablo. La Biblia nos enseña en Hebreos 13: 8 que "Jesucristo es el mismo ayer y hoy y por los siglos". Debido a la inmutabilidad de Dios, podemos tener esperanza incluso en tiempos de peligro, esperanza de ser liberadas en este mundo o en la eternidad. Pablo centró su atención en el poder soberano y el amor de Dios que gobierna en el cielo, y hace en la tierra lo que le place.
Cuando leemos la Biblia podemos conocer al Hijo de Dios y a través de Él podemos conocer al Padre, Su carácter, Sus promesas, Sus atributos y Su amor por nosotras, así como Su gloria revelada cuando Él está cumpliendo lo que dice en Su Palabra. Podemos tener esperanza porque estamos seguras de que Dios nunca cambia (Malaquías 3: 6) y de que el Espíritu Santo habita en nosotras y nos ayuda a vivir una vida de acuerdo con la voluntad y el propósito de Dios para nuestras vidas.
La salvación en Cristo es el camino a la esperanza
¿Cómo podemos conocer a Dios, el dador de esperanza de una manera personal? La Biblia nos enseña que podemos conocer a Dios cuando conocemos al Hijo de Dios, como dice Juan 14: 6: “Jesús le dijo: «Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por Mí".
En Juan 14: 9 Jesús respondiendo a Felipe le dijo "El que me ha visto a Mí, ha visto al Padre". Hermana, conocer a Cristo es el primer paso para conocer al Padre y recibir sus maravillosas promesas, su consejo, su consuelo y el descanso que nuestra alma necesita. Solo a través de Cristo Jesús podemos tener acceso al trono de la gracia (Hebreos 4: 14-16).
Quiero compartir contigo algunas de las bendiciones que hemos recibido por medio de Cristo según Efesios 1: “hemos sido bendecidas con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo (v. 3), Dios nos escogió en Cristo para que fuéramos santas y sin mancha delante de Él (v. .4), el Padre nos ha predestinado a la adopción como hijas suyas por medio de Jesucristo (v.5), y por la sangre de Cristo, hemos sido redimidas y perdonadas de nuestros pecados según su gracia (v.7), también en Él hemos obtenido herencia (v.11), y en Él también nosotras, después de escuchar el mensaje de la verdad, el evangelio de su salvación, y habiendo creído, fuimos selladas en Él con el Espíritu Santo de la promesa,( v.13), que nos es dado como garantía de nuestra herencia, con miras a la redención de la posesión adquirida de Dios, para alabanza de Su gloria (v.14).
En Efesios 1 tenemos motivos reales para tener esperanza, si tenemos una fe real en Cristo como Señor y Salvador, porque sabemos que todo lo que Dios nos ha prometido es verdadero y real, y podemos confiar en que Dios está obrando en nuestra vida por medio de todas nuestras circunstancias para cumplir todas sus promesas.
A través de una relación personal con Cristo podemos estar cerca de Dios y conocerlo como nuestro Padre, como el dador de todas las bendiciones y promesas, y como el dador de una verdadera esperanza.
¿Esta tu esperanza en Cristo? Oro para que así sea.
Dios te bendiga.
Mónica Carvajal
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