“Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley” Gálatas 4:4
¿Sabías que se estima que desde Génesis 3:15 hasta la llegada del mesías pasaron 4000 años? ¡Sí, desde la promesa de la llegada de nuestro salvador pasaron muchísimas cosas en el ínterin! Y estos son los años en donde Dios, en su soberanía, fue trabajando con detalle y control todas las cosas, preparando y cuidando el escenario para la llegada de su hijo, en aquel pesebre.
Tal como lo menciona C.S Lewis “hubo una vez el mundo un pesebre y en aquel pesebre algo más grande que todo el mundo”.
¡Qué preciosa manera de graficar la presencia del salvador del mundo, aquí, en medio de nosotros! El Redentor prometido estaba haciendo su llegada al mundo desde el lugar menos pensado, pero igual de glorioso. Era Jesús, el HIJO DE DIOS, en un pesebre en oscuridad hacia su ingreso la Luz del mundo. Uno de los nombres más especiales con que se le denominó al Mesías fue “Emmanuel” que significa "Dios con nosotros" (Mateo 1:23).
Si meditas sobre el significado de este nombre y qué implica que Dios esté con nosotros, es absolutamente asombroso.
Jesús, el Hijo de Dios, el Rey Supremo, descendió de Su trono celestial para vivir entre la humanidad. Dios en Su santidad y perfección, en su realeza, caminó entre nosotros, en un mundo caído, lleno de pecado, en nuestro desorden. Durante 33 años, vivió con pecadores de todos los orígenes y demostró gracia y compasión. Él vio de una manera muy íntima quién es el ser humano.
Aún no alcanzo a comprender completamente cómo fue posible, cómo debe haber sido para Él vivir aquí con nosotros. Pero estoy increíblemente agradecida por este maravilloso regalo de Dios al enviar a Su Hijo Jesús a vivir, morir y resucitar para que aquellos que creemos en Él podamos tener perdón de pecados y vida eterna.
Después de la llegada de Jesús y de su ascensión a los cielos, Su morada, no nos dejó solos, sino que Él continúa con nosotros a través del Espíritu Santo que reside en nuestros corazones (1 Corintios 6:19).
Dios, conociendo la depravación de nuestros corazones y aun el desastre que somos, eligió llamarnos santas, mediante su obra en la Cruz, hoy continúa santificándonos, gracias a la persona del Espíritu Santo.
Entonces, hoy nuevamente podemos decir “Emanuel”. DIOS CON NOSOTROS. ¡Gracias Jesús por tu venida a esta tierra! ¡Gracias por tu salvación!
Hermanas amadas, que esta Navidad sea un buen tiempo para alabar al único Dios, quien, en su majestuoso trono, miró nuestra condición, tuvo compasión de nosotros y en el tiempo señalado mandó a su Hijo unigénito a nacer aquí, vivir una vida de obediencia, ser aceptado totalmente por Dios y así cumplir su plan de redención para la humanidad.
Gracias Señor, por venir a vivir aquí en medio de nosotros. Gracias Señor, por tocar con amor a los que estábamos rotos. Gracias Cristo por morir tú por mí cual ladrón en un madero. Gracias Señor por el pesebre de tu Hijo y la gloria de Su cruz.
En Cristo, Equipo de Lideres de Ella Florece
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