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El cuidado de Dios en medio del quebranto

Foto del escritor: Yeimy de RobainasYeimy de Robainas

Querida hermana, te invito a pensar: ¿Cuáles son los quebrantos que nos afligen hoy? ¿Cuáles son esos enemigos que nos acosan? ¿un pecado en particular; ídolos entronados en nuestros corazones; ideologías del príncipe de este mundo? O, tal vez, estamos enfrentando persecución por parte de personas que se oponen a nuestra fe, nos combaten y buscan oprimirnos e intimidarnos, aun en nuestra propia familia o en los contextos cercanos en los que vivimos: comunidad, trabajo, escuela.


En medio de nuestros sufrimientos, ¿cómo podemos cambiar nuestro enfoque? ¿Cómo podemos mirar al Dios que nos cuida para clamar a Él antes de centrarnos en nuestras circunstancias? Recuerda que Él es el Dios que nos favorece ¿Estamos pidiendo Su misericordia? ¿Está nuestra alma confiando en el cuidado de Dios? ¿Estamos amparándonos bajo la sombra de Sus alas  o queremos inventar nuestro propio refugio? 


David y el Salmo 57 


David tenía la esperanza de que sus quebrantos no serían eternos. En el Salmo 57:1, David expresó: «Ten misericordia de mí, oh Dios, ten misericordia de mí; porque en ti ha confiado mi alma, y en la sombra de tus alas me ampararé hasta que pasen los quebrantos». Comienza pidiéndole al Señor misericordia. De hecho, lo hace en dos momentos, de manera enfática: «Ten misericordia de mí, oh Dios, ten misericordia de mí». La razón por la que David le pide al Señor misericordia con determinación es porque su alma confiaba en el cuidado de Dios. Pero David continúa diciendo, además, lo que haría como consecuencia de su fe y oración. Él se amparó bajo la sombra de las alas del Señor. Así como David, nuestra fe debe tener un resultado visible y acciones vivas que la acompañen. 


Ahora, fijémonos en que él añade algo más: «hasta que pasen los quebrantos». Mirando la estructura de este salmo vemos que, antes de mencionar las angustias que lo afligían, el salmista se aseguró de recordarle la Verdad a su alma. Él tomó la resolución de enfocarse en el Altísimo Dios que lo cuidaba, y no en sus circunstancias. Él clamaría a este Dios Altísimo que le favorecía (v.2) y no lo rechazaría. Él confía en que este Dios, aun desde Sus alturas, enviaría salvación y rescate para él porque Él es un Dios cercano y bienhechor,   que trae misericordia y verdad (v.3).


A continuación, describe cómo lucía el acoso que que estaba experimentando (v. 4 y 6). Dice que su vida estaba echada entre leones, personas fieras que querían devorarlo. Esos leones eran hijos de hombres, seres humanos que vomitaban llamas, con dientes como lanzas y saetas y su lengua espada aguda. Habían armado red para los pasos de David, y su alma se había abatido. Sin embargo, en el hoyo que habían cavado delante de él, habían caído ellos mismos. Esto nos muestra que el Señor ya estaba respondiendo su oración. Dios estaba completamente al tanto de lo que estaba pasando y estaba amparando a David.


¿Cómo podemos responder a la promesa de Dios de siempre cuidarnos?


Si bien de este lado del cielo siempre los tendremos, tenemos una promesa futura donde sabemos que nunca más nos agobiarán (Ap 21:4).


Nuestros quebrantos nunca serán mayores que nuestro Altísimo Dios. Cuando nos disponemos voluntaria e intencionalmente a alabarle y a despertar nuestras almas para exaltarle como hizo David (v. 7-9), estamos poniendo nuestra mirada en el lugar correcto. Estamos adorando y glorificando a nuestro grandioso y todopoderoso Dios. Él sigue siendo el mismo a pesar de nuestros problemas. Él es el único que nos puede cuidar y liberar de éstos. Y, mejor aún, si no lo hace, o al menos no en nuestro tiempo o maneras, Él será suficiente para nosotras en medio de los mismos. Nos sostendrá con Su misericordia y verdad y nos ayudará como Él disponga, del mejor modo para nosotras.


Muchas veces nos centramos tanto en nuestras preocupaciones que nos olvidamos y nos quedamos sin fuerzas para mirar y alabar a Dios. Sólo vemos delante de nosotros nuestras aflicciones y ansiedades. ¡Pero Dios debe ser exaltado sobre los cielos y sobre toda la tierra sea Su gloria en todo tiempo! 


Podemos confiar en que Él se encargará de todo. Nosotros no podemos escapar de nuestros enemigos ni vencerlos sin Su intervención, pero sí podemos alabarle y mirarlo a Él con seguridad de que Él hará. 


Déjame decirte que últimamente mi vida ha sido zarandeada de muchas maneras, muchos quebrantos han angustiado y cargado mi alma. Pero quiero testificar que, en cada uno de ellos, la presencia real de Dios y Su cuidado hacia mí han sido constantes y evidentes para sostenerme y guardarme. El Señor ha estado conmigo y ha intercedido por mí. El Señor me ha amado y me ha abrazado de muchas formas maravillosas. Él se ha mostrado tal como ha dicho que es: amoroso, cercano, fiel y cuidadoso hasta en los más pequeños detalles. Ha renovado mi gozo, paciencia y esperanza, poniendo en mis labios nuevos cánticos para Él, aun en el dolor.


Un hermoso himno que podemos cantar a Dios y, al mismo tiempo, usarlo para recordarnos estas verdades, se llama: «Dios cuidará de ti». En otras versiones también es conocido como: «Te cuidará el Señor». Su letra nos recuerda que Dios nos cuidará en nuestros afanes y dolor, si desfallecemos en nuestras labores y si hay peligros alrededor. Este himno nos ayuda a recordar que nunca sucumbiremos en la prueba, y en Su regazo nos apoyaremos porque Él irá con nosotros por doquier, en luz y en la oscuridad de los valles de sombra y de muerte y nada nos faltará (Sal 23).


 

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