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¿Cómo puedo comenzar a memorizar la Biblia?


Este hábito ha sido un desafío grande para mí y aún lo sigue siendo.


Recuerdo que, siendo niña, memoricé algunos versículos en diferentes actividades, competencias o juegos que se realizaban en la escuela dominical u «Hora Feliz» de la iglesia a la que asistía. Maravillosamente hasta el día de hoy, los recuerdo. La Palabra de Dios memorizada ha sido un sostén y un ancla en muchos momentos de mi vida.


Pese a esto, hace algunos meses, conversando con una amiga de la iglesia, me di cuenta que había dejado de hacerlo. Entonces ella me desafió con esta pregunta: ¿Quieres que memoricemos versículos juntas? En mi mente se cruzaron muchas excusas como «no tengo tiempo», «no sirvo para eso», «no me va a salir», etc. Pero no pude resistirme al desafío y acepté el reto.


A continuación te diré algunos tips que ella me enseñó y me sirvieron para memorizar versículos:


- Busca a alguien que periódicamente te pregunte por el versículo a memorizar y pueda animarte a continuar (ya sea que memorice contigo o te pregunte cómo vas).


- Escribe el versículo en «post it» y pégalo en varios sitios de la casa, con la intención que puedas verlo y leerlo varias veces al día (en la heladera, en el espejo del baño, en la ventana, en el velador, etc.).


- Coloca la cita bíblica arriba y debajo del texto para que no olvides memorizarla también, porque muchas veces recordamos versículos pero no sabemos en qué parte de la Biblia están escritos.


- Escríbelo en tu teléfono móvil, en alguna agenda o cuaderno pequeño que tengas a mano, o grábatelo en un audio y léelo o escúchalo todas las veces que puedas.


- Si el pasaje es muy largo, divídelo en partes, así vas memorizando de a poco.


- Repítelo todas las veces que sea necesario, sea lo que sea que estés haciendo: mientras te bañas, mientras caminas, mientras haces ejercicio, etc; al fin y al cabo es Palabra de Dios y te estás nutriendo de ella.


Dios nos habla a través de Su Palabra y también a través de la oración. Por eso creo que es necesario que medites en el versículo que estás memorizando y ores. Estas tres disciplinas juntas, meditar en Su Palabra, leer Su Palabra y orar Su Palabra, son un arma poderosa que nos permiten tener la mente y el corazón preparados para todo aquello que Dios quiera hacer en nuestras vidas.


Quizá también sea útil que comiences con pasajes que estés necesitando en ese tiempo particular de tu vida. Muchas veces eso permite que seamos más persistentes en recordar la Palabra de Dios porque resulta edificante traer a la mente una y otra vez Sus promesas. Pero no la memorices como si fuera un «mantra», sino como quien reconoce que « [...] la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que cualquier espada de dos filos. Penetra hasta la división del alma y del espíritu, de las coyunturas y los tuétanos, y es poderosa para discernir los pensamientos y las intenciones del corazón» (He 4:12).


Y, por último, cada vez que te falten ganas de hacerlo, lee el Salmo 119 y observa lo Preciosa que es la Palabra de Dios para nuestras vidas.


Deleitarnos en Su Palabra es nuestro mayor bien (vv. 14).


Dios te bendiga. Deseo que puedas nutrirte de Su Verdad para que cada paso que des esté siendo guiado por nuestro Señor. Porque, «Podemos hacer nuestros propios planes, pero la respuesta correcta viene del Señor» (Pr 16:1 NTV).



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