«¡Eres joven, no puedes creer así tan seriamente todo lo que dice la Biblia!». «Algunas cosas son buenas, pero tienes que vivir y disfrutar tu vida».
Eso me dijo una compañera de clases en la universidad en una ocasión en la que conversábamos sobre algunas cosas que yo no hacía porque entendía que no honraban a Dios.
Varios años más tarde, esta conversación resuena en mi cabeza pues en ese momento me di cuenta de que hay mucha gente ahí afuera, que ve la Biblia como un libro más del que puedes tomar lo que quieras, y desechar lo que no te parece bien. Así que, considero que esta es una excelente pregunta.
Lo primero es, amada hermana, que hay evidencias tanto históricas, como arqueológicas y científicas, que respaldan historias narradas en las Sagradas Escrituras. Es sorprendente cómo un libro tan antiguo, que ha viajado en manuscritos de generación en generación, se ha mantenido fiel a su contenido durante años, y ha tenido el impacto en la sociedad que ha tenido la Biblia. También, podemos hablar sobre cómo un libro (inspirado por Dios, por supuesto) escrito por tantos hombres distintos, de diversos trasfondos, profesiones y épocas, apunta a una misma historia desde el principio hasta el final: La gran historia de redención a través de Cristo.
Sin embargo, aunque podemos hacer un estudio exhaustivo de todas las evidencias que respaldan la veracidad de las Escrituras, estoy convencida de que la mejor evidencia para las personas que nos rodean, es la transformación de nuestras vidas.
Ser de testimonio para los incrédulos es un llamado que tenemos todos los cristianos: «Pero en ninguna manera estimo mi vida como valiosa para mí mismo, a fin de poder terminar mi carrera y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio solemnemente del evangelio de la gracia de Dios» (Hch 20:24).
Debemos interesarnos en la apologética, estudiar evidencias científicas y seguir aprendiendo y buscando respuestas a las preguntas para la gloria de Dios. Pero, sobre todo, debemos vivir lo que enseña la Biblia. Predicar, no solamente con nuestras palabras, sino que nuestras vidas hablen por sí mismas, de la obra de Dios en nosotras.
Hermana, la gente allá afuera sabe perfectamente cómo debe vivir y comportarse un cristiano, ¡quizás mejor que tú y que yo! Si creemos que la Biblia es verdad y confiamos en las promesas del Señor en ella para nosotras, nuestras vidas serán luz y sal en un mundo que necesita conocer la esperanza que tenemos y solo puede hallarse en Cristo. Empecemos demostrando cómo creer en la Biblia nos cambió y obra en nosotras día a día, y esa misma actitud generará en las personas una curiosidad genuina de conocer al Dios a quién servimos, el mismo Dios que nos alumbrará y ayudará a contestar las preguntas de un mundo perdido en la oscuridad.
Dios te bendiga.
Diseños: Valeryn Adam
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