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Foto del escritorAna Zenón

Los privilegios de la soltería


Bíblicamente hablando, la soltería es un regalo dado por el Señor (1 Co 7:7). Algunos tienen este regalo de manera temporal, otros permanentemente, como fue el caso del apóstol Pablo (1 Co 7:8). Como todo regalo, tiene retos y bendiciones.


En este escrito, mi propósito es mostrar, basada en 1 Corintios 7:24-38, los privilegios que tenemos las mujeres solteras de modo que no rechacemos este maravilloso regalo, sino que lo abracemos hasta el momento que el Señor tenga planeado. 


  1. Tus intereses no están divididos 


«Hay asimismo diferencia entre la casada y la doncella. La doncella tiene cuidado de las cosas del Señor, para ser santa así en cuerpo como en espíritu; pero la casada tiene cuidado de las cosas del mundo, de cómo agradar a su marido» (1 Co 7:34).


El apóstol Pablo usa la palabra «cuidado», que podemos equipararla con la palabra «interés». Uno de los privilegios en la soltería es que los intereses no están divididos. El único interés de la mujer soltera es agradar a su Señor: «La doncella tiene cuidado de las cosas del Señor […]». En cambio, la mujer casada, aparte de querer agradar a su Señor, también desea agradar a su esposo. 


La mujer soltera debe y puede enfocarse, tanto en cuerpo como en espíritu, en los negocios de Su Padre. Su principal interés debe ser la relación que ella tiene con Cristo. No estoy diciendo que ya no importen las otras relaciones, con  padres, hermanos, amigos o iglesia, pero ellos no están unidos a ella como un cónyuge sí lo está (Gn 2:24). 

El apóstol Pablo menciona cuerpo y espíritu, es decir, nuestro ser completo. Existen hermanas casadas con un espíritu dispuesto para crecer en su relación con el Señor, pero con su cuerpo es diferente porque su esposo necesita que ella esté a su lado, sus hijos necesitan su ayuda en tareas, alimentos, etc. Además, las tareas de la casa y el cuidado de los hijos demandan energía. Es ahí donde vemos que los intereses de la mujer casada cambian, pues ahora también sus intereses están en satisfacer las necesidades de su esposo e hijos. La soltera no tiene intereses divididos o, al menos, no debería tenerlos.  


  1. Posees tiempo suficiente para crecer en tu relación con Cristo


Este segundo punto va muy de la mano con el anterior. Sin embargo, quiero hacer notar cómo las mujeres somos privilegiadas, principalmente con el tiempo, cuando estamos solteras a diferencia de cuando estamos casadas. El matrimonio no sólo demanda tiempo para estar con tu esposo e hijos, sino que también demanda tiempo para el cuidado de la casa, la preparación de los alimentos, el emprendimiento de nuevos negocios, y más. En la soltería disponemos de tiempo suficiente para crecer en nuestra relación con Cristo, no porque no hagamos nada de más que esto, sino porque no hay personas que no dependan directamente de nosotros. Mientras la mujer soltera puede tener un tiempo de lectura de la Biblia, realizar apuntes, consultar un comentario bíblico para comprender mejor el texto que leyó y terminar orando. La mujer casada abre su Biblia rápidamente, lee una porción de la Escritura y necesita volver a la cocina, porque el desayuno debe estar preparado. Mientras la mujer soltera dispone de tiempo y un lugar adecuado para leer un libro, practicar un instrumento u orar porciones de la Biblia. La mujer casada (y con hijos) debe atender a las llamadas de esa pequeña personita que necesita de su ayuda «¡mamá tengo hambre!» o «¡Mamá ayúdame con esto!», etc. 


Pablo dice: « […] El soltero tiene cuidado de las cosas del Señor, de cómo agradar al Señor;  pero el casado tiene cuidado de las cosas del mundo, de cómo agradar a su mujer» (1 Co 7: 32-33). Al utilizar la palabra «agradar», ésta puede traducirse como «acomodarse». Es decir, la mujer casada debe «acomodar» su vida para beneficio de su esposo e hijos. Ella, además de ocuparse de cultivar una relación con Cristo, también deberá procurar, de manera muy intencional, cultivar la relación matrimonial y con sus hijos, cuando estos lleguen.  


Leí una vez que Charo Washer escribió: «estar soltera tiene un encanto propio que debe ser disfrutado en su tiempo porque una vez que pasa, no hay vuelta atrás». Amadas hermanas, saquemos provecho de este tiempo de soltería. No vivamos frustradas esperando el matrimonio, Dios ya nos ha otorgado un regalo y debemos disfrutarlo.

 

Más bien, en esta etapa de soltería busca cómo agradar al Señor, busca crecer en el conocimiento de Él por medio del estudio de Su maravillosa Palabra, invierte tiempo en servir en la iglesia, usa tus recursos económicos para bendecir a otros que lo necesitan. Sé intencional en leer la Biblia, no dando simples mordiscos por aquí y por allá, sino devorando porciones grandes de la Palabra, estudiando cada pasaje en su contexto. Invierte dinero y tiempo en la lectura, en primer lugar de la Biblia, pero también de otros libros (que, si llegas a casarte, quizás ya no dispondrás de tanto tiempo, o dinero como ahora). Brinda de tu tiempo y energía para cuidar de tus padres, o involucrarte en los ministerios de tu iglesia y para crecer en amistades con diferentes personas. 


  1. Puedes desarrollar tus dones y talentos


«La soltería de una mujer cristiana no consiste en quedarse […] sentada, sin propósito, atenta a que llegue “aquella persona”». Muchas mujeres se sienten frustradas, desesperadas y han acumulado amargura en su corazón por estar solteras. Sienten que su vida no tiene propósito, que lo tendrán cuando lleguen recién al matrimonio, pero esto no es así. El catecismo menor de Westminster en su pregunta número uno dice: «¿Cuál es el fin principal del hombre? El fin principal del hombre es el de glorificar a Dios, y gozar de él para siempre».


Tenemos un propósito y este no cambia por estar solteras. Hoy podemos y debemos glorificar a Dios y gozar de Él para siempre. 


La soltería no es un tiempo para pensar sólo en uno mismo, no. La soltería es un tiempo para glorificar a Cristo y extender Su reino. Tenemos el tiempo suficiente para poder desarrollar nuestros dones y talentos, poniéndolos al servicio de nuestro prójimo.

 

  1. Tienes menos aflicciones


Pablo, en 1 Corintios 7:28, menciona la «aflicción de la carne» y, en el versículo 32, habla de «congojas» (según la RVR1960). El apóstol Pablo nos advierte que en el matrimonio vendrán diversas aflicciones o problemas. Por eso es que él decía que prefería quedarse soltero y evitarlas.

 

En la soltería no estamos exentas de dificultades, pero sí son menos. Podemos comparar la soltería y el matrimonio con cursos de santificación, con lo que el matrimonio estaría en un nivel intensivo en relación con la soltería. Esto es así porque se presentan congojas a diario, experimentas ofensas de tu cónyuge y necesitas de paciencia, misericordia y mucha gracia para con esa persona particular con la que convives. 


La soltería, en cambio, tendrá también tiempos difíciles, pero disminuyen por el hecho de no convivir día a día con alguien de una manera tan cercana. 


Hoy tenemos el privilegio de afrontar menos dificultades; regocijémonos en ello y afrontemos con contentamiento las de la soltería, que Cristo va a nuestro lado. 


Conclusión


Con todo esto, creo necesario aclarar que no debemos definirnos por cuál sea nuestro estado civil porque Cristo es quien nos define. En Cristo y sólo en Él encontramos nuestra identidad. Hoy, Dios nos ha llamado a la soltería y nos ha dado privilegios ahí ¿Estás dispuesta a disfrutarlos y aceptar con gozo lo que Él ha planeado para ti?



 

Laura Gonzalez de Chávez y Nancy Demoss Wolgemuth. Mujer verdadera 2017. (B&H Publishing, 2017). Pp. 128

Pregunta N° 1 del Catecismo menor de Westminster.




Diseños: Ambar Arias

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