Mi nombre es Diana y no nací en una familia cristiana, aunque a mis seis años, mis hermanos y yo, por la gracia del Señor, lo conocimos.
La iglesia local en la que crecí y en la cual todavía me congrego y sirvo, es una comunidad conservadora. Durante mi tiempo de adolescente comparado con otras iglesias, era “estructurada”, y las reuniones eran con un órgano, una guitarra e himnos.
Recuerdo que, a mis quince y dieciséis años, me gustaba escuchar emisoras cristianas, y es algo que todavía disfruto. En ese tiempo en mi ciudad no había muchas, así es que comencé a escuchar una de una iglesia. Durante esos años se había puesto de moda una canción muy popular, donde el cantante comenzaba a nombrar espíritus y todos gritaban «huye». Como esa, había muchas más canciones enfocadas en el tema de los espíritus. Como puedes ver, se le daba mucha importancia a lo «espiritual»
Imagínate el conflicto que tenía, ya que por un lado los domingos escuchaba himnos, y entre semana por la radio escuchaba un contenido muy diferente al que estaba acostumbrada. Como adolescente quería otro tipo de alabanza, y creía que «la manifestación del Espíritu estaba más presente» en la música de la emisora que en los himnos de mi iglesia.
Recuerdo que ansiaba experimentar esas nuevas sensaciones, ese fuego y adentrarme en ese mundo «espiritual».
En la biblioteca de mi mamá, encontré una Biblia de estudio, así que inicié mi búsqueda de la palabra espíritu. Una noche me senté como una niña que busca un tesoro, y recuerdo que iba y venía por las páginas de la Palabra, buscando esos nombres de espíritus a los cuales se les ordenaba «huir». Para mi sorpresa no había tales menciones, ni historias bíblicas al respecto, ni ninguna referencia a ellos.
En ese momento me di cuenta de que Dios le da más importancia y valor a Su Espíritu que al del enemigo. Puedo asegurarte mi querida amiga, que ese día en mi vida Jesucristo había alumbrado mi entendimiento (Jn 1:9).
Ningún lugar en mi mente ni corazón quedó sin ser iluminado con la luz de Jesús, Su Palabra fue ese faro que me guió hacía lo que mi alma estaba buscando.
En estos tiempos han aumentado distintos movimientos de este tipo dentro de las iglesias, tenemos acceso a toda clase de predicación, las redes sociales están llenas de contenido que puede parecer alentador, pero que no es bíblico
Somos tentadas a poner por encima de la Biblia lo que dice nuestro autor favorito, damos «me gusta» a sus palabras y las compartimos, sin cuestionarnos si concuerdan con lo que la Biblia enseña. Así que, hermana, recuerda que hasta el predicador más conocido, popular y bíblico merece que su contenido sea examinado a la luz de la Palabra.
Estamos en la era digital en donde consumimos «comida espiritual rápida» y no nos sentamos con nuestra Biblia a cotejar lo que nos dicen.
Te animo a que ante cualquier duda que tengas le pidas a Dios que te alumbre con Su verdad, que te guíe hacia ella.
Qué gozo es tener Su Palabra en nuestro idioma, en distintas versiones y aún más maravilloso saber que al abrirla, contamos con Su Autor, junto a nosotras, trabajando en nuestros corazones, llevándonos al entendimiento.
Diseños: Melissa Mariño
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