top of page

Serie confesiones: «Confieso que he tenido pérdida gestacional y han sido momentos difíciles»


Luego de casarnos, junto con mi esposo comenzamos a soñar con una familia grande, deseábamos tener varios hijos. Pero luego del nacimiento de nuestro primer hijo, tuvimos que pasar por dos pérdidas gestacionales.


Tenía un sinfín de preguntas y una gran tristeza, pero, a la vez, una paz que sobrecogía mi vida. Es verdad que no lo comprendía todo ni tenía respuestas para lo que estaba sucediendo. Pero una cosa sé: «Que Dios está presente en los momentos que más lo necesitamos». Él puede entender mi dolor, Él también perdió a Su Hijo (Jn 3:16) por salvarme. No hay dolor humano que Él no pueda comprender porque la Biblia dice que Él fue «hombre de dolores, conocedor del dolor más profundo» (Is 53:3 NTV). Él se compadece de nosotros como un padre se compadece de su hijo (Sal 103:13).


Los momentos de las pérdidas fueron de esos momentos «agridulces». Por un lado, sentir la tristeza por la ausencia temporal de los bebés. Por otro lado, la experiencia de ver a Dios obrar en medio del dolor y de gozar de Su presencia. Momentos que fueron una oportunidad para crecer en dependencia de Él, de ver cómo Su voluntad se cumple en mi vida cada día y de poder confiar en Su providencia. Pude experimentar que Él es mi refugio, mi buen Padre que tuvo y tiene cuidado de mí. El Señor me ha sostenido y ha puesto en mí Su esperanza.


La vida de los bebés fue corta, como nuestra visión lo es. Quise secar mis lágrimas, pero Dios las usó para una visión más celestial de cada cosa terrenal que vivo. Hoy puedo ver de manera más clara que esta vida acá en la tierra es solo un corto capítulo y que me aguarda el resto de una historia dichosa que durará para siempre.


Hoy nuestra familia no luce como un día la imaginamos, luce como Dios la pensó. Y al mirar a mi familia recuerdo que nuestro verdadero hogar no está aquí.


Me hubiese encantado cargar en brazos a mis bebés, pero sé que están en los mejores brazos, los brazos del Dios eterno, los mismos brazos que sostienen mi vida hoy. «El Dios eterno es tu refugio y sus brazos eternos te sostienen» (Dt 33:27).


Diseño: Constanza Figueroa

 
 
 

Kommentarer


  • Facebook
  • White Instagram Icon
© 2024 Ella Florece Internacional
bottom of page