Mi querida amiga, ¡tantas veces me he hecho la misma pregunta! He leído muchos libros, escuchado consejos sobre cómo hacerlo y he llegado a la conclusión que la mejor manera es: ¡orando!
Puede sonar sencillo, pero puede llegar a ser frustrante. He pasado tiempos de mucha oración y luego épocas de no saber cómo hacerlo.
Te recomiendo algunos tips que pueden servirte:
«Haz de tus preocupaciones una lista». Este consejo lo leí en un libro de Nancy Demoss Wolgemuth, «En la quietud de su presencia». Cuando estoy orando y vienen las preocupaciones o pendientes a mi mente, agarro lápiz y papel y hago una lista con todo eso que me preocupa. Oro entregando cada punto, y me da gozo poder cumplir con lo que nos dice Filipenses 4:6a, «No se preocupen por nada en cambio oren por todo» (NTV).
«Mientras caminas, corres, o vas en colectivo, ora». No hay protocolos ni lugares ni posiciones correctas al orar. Quizás estando en tu casa te distraes fácilmente, pero al caminar o estando en viaje, puedes hacer oraciones más largas y compartir tu viaje con el Señor. Le puedes contar qué quieres hacer ese día y pedirle que te guarde en el camino al trabajo. Recuerda que el Señor está con nosotros todos los días. Me gusta pensar en las palabras de Jesús: «Yo soy el camino, la verdad y la vida» (Jn 14:6 RVR). Ese camino es el que nos lleva al Padre y está abierto 24/7; todo gracias al sacrificio de Jesús en la cruz por nuestros pecados.
«Cuando no sepas qué orar, contempla». Hace poco escuché esto en un programa de radio. Decían que salir a la naturaleza, contemplar paisajes, nos hacía pensar en Dios y automáticamente nos lleva a agradecerle por Su creación. Algo interesante que me gustó fue que decía que, si no vives en la playa o en las montañas, puedes poner videos en YouTube de paisajes y contemplar la creación de Dios desde tu casa. ¡Qué hermosa herramienta para ir a Dios en agradecimiento por las cosas hermosas que Él ha creado.
«Cuando no tengas palabras, Su Palabra es la guía». Los salmos son hermosas oraciones, algunas llenas de alegría y otras de sufrimiento. Me encanta que Dios nos haya dejado Su Palabra, no solo para que la leamos, sino también para que la hagamos propia. Cada día puedes comenzar con el Salmo que más te guste, orar las mismas frases o buscar canciones de ese salmo y cantar en casa.
Cuando menos te des cuenta, ya vas a estar orando todo el tiempo. Porque no se trata de un «hábito» como tal ni una tarea más que cumplir, sino es ir a quién más nos ama en este mundo: el Dios que murió por ti y resucitó para hacer posible el conocerlo. Este Dios es quién quiere escucharte y ayudarte. Es la cita más gloriosa del día. Aún si durante el año dejas de orar o te frustras, vuelve a orar una vez más y confía que ese Trono de Gracia siempre está abierto.
Hay amor, gracia, y misericordia para ti en Jesús.
Diseños: Valeryn Adam
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