La gracia de Dios te sostiene en tu matrimonio difícil
- Yeimy de Robainas
- 28 mar
- 4 Min. de lectura
Si has estado casada, aunque sea desde hace un par de semanas, sabes que el matrimonio es difícil. Tal vez no lo notes mucho en la «luna de miel», pero, al comenzar a convivir juntos, los roces son inevitables entre dos pecadores en un mundo caído y se notarán sin lugar a dudas. Esto traerá consigo conflictos, heridas y dolor.
Quizás, ahora mismo estás en una situación de quebrantamiento en tu matrimonio, o puede que un día suceda. Por esto quiero darte ánimo con la verdad de que, a pesar de los retos que puedas enfrentar, la gracia de Dios está disponible y es suficiente para sostenerte en medio de tu matrimonio difícil.
A veces nos centramos tanto en nuestros esposos, que queremos que Dios los cambie a ellos primero, para después obedecer nosotras. Pero el punto es que, muchas veces, lo que Dios está buscando es todo lo contrario, o al menos en un orden diferente al que esperamos: primero nos quiere cambiar a nosotras.
Aunque las circunstancias y nuestro esposo no cambien, si nosotras cambiamos en manos de Dios, mucho puede suceder. Para ello necesitamos esa maravillosa gracia de Dios, accesible en todo tiempo (He 4:16).
Déjame decirte algunas de las cosas que la gracia de Dios puede darte:
Paciencia y perseverancia: podrás resistir firme y avanzar un día a la vez, soportando las presiones y cargas difíciles de llevar (Ro 5:3-4; Stgo 1:4).
Paz: tu alma podrá estar quieta, descansando sólo en Dios (Sal 29:11).
Poder para obedecer: te dará el querer y el hacer por Su buena voluntad, para que decidas obedecer a Dios y no ser controlada por tus emociones fuera de lugar (Fil 2:13).
Fuerza: en tu debilidad el Señor será la fortaleza y el poder que te sostendrá (2 Co 12:9).
Humildad: el Señor te ayudará a aceptar lo que soberanamente ha traído a tu vida y a humillarte bajo Su poderosa mano. En tu tentación de acusar y exigir venganza por las ofensas de tu cónyuge, Dios te dará convicción de tu propio pecado y necesidad de Su gracia también. Te guardará del orgullo (1 P 5:5-7).
Compasión: te dará misericordia y gracia para tu cónyuge, para que puedas perdonarlo y extenderle Su amor, como Él te ha amado primero (Stgo 2:13; 1 Jn 4:9).
Rendición: te permitirá rendirte ante Dios y la obra que está haciendo en tu matrimonio, y a ir en contra de tu tentación de huir y no abrazar la voluntad de Dios (Mt 11:29).
Fe: podrás poner tus ojos en Cristo y no en tu esposo o en sus conflictos; no en tus heridas o en el resentimiento. Te hará andar por fe y no por vista, confiando en Él y no en tus esfuerzos (Is 26:4; 2 Co 5:7).
Esperanza: te dará la posibilidad de pensar y esperar que aún hay soluciones, aún hay cambios que el Señor puede hacer (Sal 27:14; 33:20; 130:6; Pr 20:22; 30:5; Lam 3:25).
El Señor derramarrá esta gracia en ti a través de la persona y obra de nuestro Señor Jesucristo. La gracia y la verdad vinieron sólo por medio de Él (Jn 1:7) y Él las modeló perfectamente. «Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia» (Jn 1:16).
Jesús tuvo completa paciencia y perseverancia al soportar por nosotros hasta la muerte y muerte de cruz (Fil 2:8). Él sufrió el castigo de nuestra paz (Is 53:5) y por el gozo puesto delante de Él, de que hoy fuésemos llamadas Sus hijas, menospreció el oprobio (He 12:2). Él obedeció intachablemente, siempre y en todas las cosas, a Su Padre celestial (He 5:8-9). En Él habita toda la Deidad de Dios y tiene toda Su fuerza (Col 2:9). Él mostró la más grandiosa humildad, despojándose de toda Su gloria y tomando forma de siervo (Fil 2:7).
El que le ha visto a Él, ha visto al Padre, y es también compasivo y clemente, lento para la ira y grande en misericordia (Jn 14:9; Sal 145:8). Él es el autor y consumador de nuestra fe y el objeto de ella (He 12:2). Él es nuestra esperanza viva (1 P 1:3). Por Su resurrección tenemos la promesa, no sólo de que viviremos por siempre con Él, sino de que tenemos una vida nueva aquí y ahora (2 Co 5:17).
Por eso podemos decir, también, que hay esperanza para revivir y restaurar todas aquellas cosas muertas que necesiten resurrección, como los matrimonios en crisis. Cristo intercede ahora en el cielo por nosotros a la diestra del Padre (Ro 8:34) y puede hacer en nosotras, y en nuestros matrimonios, lo sobrenatural por el poder de nuestra unión con Él. ¿Lo crees?
Oremos juntas
Padre Nuestro, Dios de toda gracia, Dios de restauración, Dios de nueva vida y esperanza, Dios de fuerza, poder y verdad, Dios de resurrección de muertos y de lo imposible, rogamos ante Ti, hoy, que Tú sostengas a los matrimonios en crisis con Tu gracia suficiente y abundante. Padre, por favor, perfecciónales, fortaléceles, confírmales y establécelos en Cristo, la Roca inconmovible. Señor, sé Tú Su guía y consolador en este tiempo oscuro e incierto. Vivifícales y levántales. Glorifícate en ellos y haz nuevas todas las cosas. Que muchos puedan ver Tus obras y Tu gloria en los hogares de Tu pueblo. Que pueda verse tu belleza en medio de las cenizas. Que aquello que el enemigo y aún nosotros mismos en nuestro pecado hayamos querido usar para mal, Tú lo uses para bien. En el nombre de Jesús, Amén.
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